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“Yucadillas” del viejo San Juan

Por allí andaba con un amigo cura en uno de esos días de salir a contar historias, confesar caminos y brindar con café en alguna esquinita de Cuatro Sombras, mientras auspiciamos a los de aquí. En un rato de café, conversamos  sobre nuestro lamento borincano de estos tiempos, ante toda la crisis económica y social que parece no tener fin. Analizamos las consecuencias de la debacle que nos sigue llevando a una peor,  la que tiene que ver con la derrota emocional y moral que está afectando el alma del puertorriqueño.

Precisamente nos encontramos con unos de aquí, mientras caminábamos por el paseo La Princesa. Nos llamó la atención el curioso letrero “Yucadillas 100% de masa de Yuca”, y nos aventuramos a probar esa delicia que conquistó nuestro paladar. Mientras esperábamos, tuvimos la oportunidad de conversar con los dueños del negocio quienes nos contaron la historia de cómo llegaron a las “Yucadillas”.  La pérdida de empleo de él, al irse de Puerto Rico la compañía donde trabajaba y verse sin ingresos. Al preguntarle si estaba compensando con la venta de frituras sus antiguos ingresos, me miró con una mirada que hablaba más que mil palabras antes de decir: “por supuesto que no”.  Nos  narró sobre cómo va encaminando su microempresa, los lugares donde venden sus productos y cómo se van abriendo camino al andar.

Cuando nos disponíamos a seguir platicando, la lluvia nos obligó a abandonar el lugar. Me despedí de ellos con una doble sensación. La que tiene que ver con la tristeza, el dolor de ver cómo nuestra sociedad va generando el empobrecimiento económico y espiritual de la clase trabajadora. Como se siguen cerrando las puertas para los que dignamente buscan ganar el sustento de sus familias. Como seguimos cargando con la quiebra del país a los que poco o nada tienen que ver con ella.

Sin embargo una segunda sensación más profunda se abrió paso desde mi interior, la de la esperanza. La de ver cómo dos profesionales, en etapa productiva, no dejaron que la adversidad los derrotara y se reinventaron ante la crisis. Esa capacidad de resiliencia que tenemos los humanos para afrontar cualquier calamidad y reponernos de ella. La creatividad que surge de la bondad humana que nos permite encontrar otros caminos, en medio de los obstáculos del caminar.

Los retos de este tiempo  nos llevan a construir nuevos escenarios, a reinventarnos y aprender otros estilos de vida. Pero sobre todo, nos llevan a descubrir ese cúmulo de capacidades que los humanos poseemos y que estoy segura seguirán mostrándonos, como a los amigos de las Yucadillas, nuevas rutas para salir de este tiempo de sombras.

A nuestros lectores los invito a pasar por allí, darse un gustito y seguir apoyando las microempresas de los boricuas  que siguen naciendo en medio de la crisis.

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