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Los Inmovilistas

Son populares. La mayoría de ellos se desarrolló en la política puertorriqueña cuando uno de ellos “hablaba por todos”. Así pues, aunque muchos de ellos eran inteligentes y educados, se lanzaron con “la mente en blanco” por la ruta que trazará la voz de su líder máximo; el mismo que en 1948 y a unos meses de ser electo gobernador de Puerto Rico había descartado el ideal de independencia como la “ruina económica del país”.

La consigna de libertad en la bandera del partido Popular se convirtió en puro adorno porque se trataba de un lujo que no podían costear los puertorriqueños. Había que inventarse otra cosa y surgió la del Estado Libre Asociado. Todo le sobraba en el nombre porque no era ni estado, ni era libre ni era socio. Era una variante exótica del colonialismo, un facsímil razonable del que vivíamos desde los tiempos de España aún en el interregno del llamado autonomismo. Ese llamado autonomismo siempre fue colonial. Ni pensar que sugería soberanía de clase alguna.

Luis Muñoz Marín fue esa voz que no admitía disonancias. Ni en La Fortaleza ni en Trujillo Alto. En 1950 Pedro Albizu Campos le declaró la guerra al Partido Popular y a los Estados Unidos. Perdió. Y en 1952 los puertorriqueños celebraban la fundación de una colonia perfumada con ciudadanía extranjera, dos himnos, dos banderas y dos constituciones. La voz juraba que se había descolonizado a Puerto Rico y procuró internacionalizar la mentira, el fraude, cuando en 1953 las Naciones Unidas en su resolución 748 (VIII) hizo constar que nuestra isla había dejado de ser una colonia de los Estados Unidos. Esa resolución se aprobó en una votación de 16 en favor y 11 en contra con 19 abstenciones. El mollero político del Imperio no pudo evitar tantas abstenciones que dejaban ver el verdadero sentir de los votantes.

Toda esa burundanga sirvió para lavarle la cara imperialista a los Estados Unidos que ya en 1951 guerreaba en Corea para dividir en dos esa nación con la participación de boricuas reclutados obligatoriamente como soldados. Y allí todavía quedan, en Corea del Sur más de cien mil efectivos del ejército yanqui como detente del comunismo maoísta.

La década del 1950 fue la de la industrialización con exenciones contributivas a las corporaciones ‘americanas’ y se daba la impresión que en el tan mentao pacto de asociación Puerto Rico se encumbraba económicamente para salir de la pobreza, y digo impresión porque la realidad es que las corporaciones extranjeras se llevaron mucho más de lo que dejaron.

Sabiendo que su Estado Libre Asociado distaba mucho de ser un status político descolonizador Muñoz Marín fue a Washington en 1959 para impulsar el Bill Fernós Murray. Perdió. Y regresó desmoralizado. Tanto así que ya en 1966 le cedió la Fortaleza a Roberto Sánchez Vilella pero advirtiéndole a sus huestes que las directrices a seguirse con Washington se dictarían desde su residencia en Trujillo Alto.

Nadie en el Partido Popular cuestionó su soberbia y el Plebiscito de 1967 se celebró porque lo impuso en contra de una fuerte oposición de líderes populares. Y por poco nos espeta el voto presidencial.

En 1972 surgió otra voz que pretendía hablar por todos los populares que andaban aturdidos por la derrota electoral de 1968. Rafael Hernández Colón fue esa voz a la cual el propio Muñoz dejó dictar pautas y ya en 1980, al morir el Fundador, impuso su voluntad para gobernar en Fortaleza de 1985 a 1992.

Las fisuras colonialistas del ELA se fueron agrandando hasta que en los albores del siglo 21 el debate político se centraba en la insuficiencia de poderes políticos que sufría Puerto Rico. Hubo hasta la posibilidad de que los federales encarcelaran a nuestro Gobernador Aníbal Acevedo Vilá.

Los pujos soberanistas en el Partido Popular mortificaban a los inmovilistas que se aferraban a la sacrosantidad de la resolución 748 (VIII) capitaneados por RHC y sus monaguillos. Desde Ponce ‘with love’. Hasta que el 15 de junio del 2016 el Tribunal Supremo de los Estados Unidos dictaminó que Puerto Rico nunca había dejado de ser un territorio poseído por los Estados Unidos que podía disponer del mismo como quisiera y cuando lo quisiera.

La Ley Promesa que firmara el presidente Barack Obama rubrico la humillación del coloniaje sobre los puertorriqueños.

Y para combatir y para limpiarse de toda esa porquería colonialista que ofende y viola la dignidad de todos los puertorriqueños a los inmovilistas se les ocurre crear lo que llaman LA RESISTENCIA AUTONOMISTA que se basa en un adefesio como la resolución 748 de la ONU para tratar de revivir al sepultado Estado Libre Asociado. Puro anacronismo.

Como diría Lalo, hay que tener la mente muy en blanco para proponer tamaño disparate histórico.

En el próximo plebiscito todas las fuerzas que creen en nuestra nacionalidad y eso incluye a independistas, populares y nacionalistas tiene que asegurarse y hacer la cruz por la Libre Asociación e Independencia y de esa manera derrotar para siempre la quimera de la estadidad.

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