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Las balas de la desconfianza

 

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En una economía en contracción y con una población que sigue una tendencia bajista, llama la atención el hecho de que la industria de armas, al menos la que se puede medir y fiscalizar, sigue experimentando niveles de crecimiento continuo.
Esto, precisamente, es lo que nuestra periodista Rut Tellado explora en el artículo de portada de Revista Negocios, en el que mediante estadísticas y entrevistas se pudo constatar que la la venta de armas en Puerto Rico sigue desafiando la crisis económica y con creces.
Si bien los entrevistados y expertos le atribuyen el ascenso a aspectos como los cambios en las leyes de portación de armas y a eventos violentos como la masacre de Pulse, en Orlando -que motivan a más personas a comprar armas de fuego para protegerse-, el alza en la compra de armas, sin duda, tienes sus raíces en la desconfianza.
Pesa a que las cifras de criminalidad en Puerto Rico, según arroja el artículo, han ido en descenso, más personas sienten la necesidad de portar armas probablemente porque piensan que el Estado no le podrá proveer la seguridad necesaria.
Llegar a esta conclusión no es difícil, considerando que lo mismo pasa en múltiples aspectos de nuestra sociedad, como por ejemplo en la educación, donde Puerto Rico invierte sobre $1,600 millones anuales del fondo general en el presupuesto del Departamento de Educación. Pese a esa colosal inversión, miles de contribuyentes se ven obligados a pagar escuelas privadas para sus hijos, porque el sistema público carece de los elementos necesarios para una formación académica adecuada.
Pero el punto no es criticar a las armerías por el incremento en ventas que experimentan, ni mucho menos a las escuelas privadas. Lo que sí tenemos que criticar y erradicar es esa sobretasa que termina pagando el ciudadano, gracias a las deficiencias del Estado.
De cara a la reconstrucción que necesita el País, necesitamos organizar el aparato público en función del ciudadano y no de los bolsillos de los partidos ni su gente. Definir correctamente cuáles son esas áreas que el Gobierno debe suplir y qué roles se le pueden delegar al sector privado será una tarea crucial.
Para lograrlo se requiere pensamiento crítico, voluntad y sacrificio. Una reingeniería que no vendrá de PROMESA ni de la Junta de Supervisión Fiscal, sino de la implosión de la estructura actual en la que todos tenemos que trabajar si queremos echar el País hacia adelante.

Foto por Juan Luis Martínez / GFR Media

Foto por Juan Luis Martínez / GFR Media

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