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Krueger versus J.K. Rowling

La divulgación del Informe Krueger, mediante el cual se pretende ofrecer una posible ruta hacia la recuperación fiscal y hacia el crecimiento económico de Puerto Rico, ha generado múltiples reacciones, muchas de ellas adversas.  A juzgar por el ruido en las redes sociales, los comunicados emitidos a toda prisa por políticos y las entrevistas en los medios, hay un coro de voces que critica severamente el  informe por  difundir  “cosas que ya se sabían”.

Pero ante este “consenso” sobre el informe, resulta meritorio cuestionar: ¿Si ya todo el mundo sabía lo que Anne O. Krueger,  ex directora del Fondo Monetario Internacional y doctora en Economía, esboza en su informe, por qué entonces  nunca hemos hecho lo que se necesita para solucionar nuestros retos fiscales y económicos?

¿Acaso los críticos esperaban una solución mágica de Krueger para evaporar  nuestros problemas?   Permítame entonces aclararle  que quien redacta el informe no es J.K. Rowling.   No existen varitas mágicas a lo Harry Potter para erradicar de golpe y porrazo la colosal deuda que hemos abultado irresponsablemente año tras año. El problema que encara Puerto Rico es serio y profundo y, por ende, no se puede pretender que la solución sea una ligera y superficial.

Sin duda, el informe Krueger  recoge e informa  sobre problemas perennes hartos conocidos  por la mayoría de los que habitamos la Isla.  Sin embargo, su análisis ofrece una especie de  bosquejo de cómo atacar esos problemas de una manera concertada, pero no exenta de grandes sacrificios por parte de los ciudadanos y bonistas. Si bien hay elementos dentro del informe con los cuales usted podrá estar en  desacuerdo –la gran mayoría sin duda estará opuesta a una reducción en el salario mínimo- los cierto es que el documento preparado por Krueger junto a Ranjit Teja y Andrew Wolfe, dibuja una radiografía clara  de las heridas fiscales que aquejan a nuestra Isla y ofrece una serie de alternativas para comenzar a subsanar el tema de manera integral.

Coincido con la reconocida economista puertorriqueña Heidie Calero, quien ayer subrayaba las múltiples similitudes del informe Krueger con el informe Tobin, encomendado hace 40 años por la administración de Rafael Hernández Colón.  Tal y cómo mencionaba Calero, Puerto Rico hizo caso omiso a muchas de las recomendaciones esbozadas por Tobin. La pregunta entonces persiste: ¿Vamos a seguir ignorado todas las recomendaciones conducentes a un verdadero cambio,  por no querer hacer los sacrificios ni las reformas profundas que tenemos que hacer?

Ciertamente, poner en vigor la mayoría de las medidas que detalla el informe Krueger equivale a dar un paso duro y políticamente antipático. Sin embargo, si no hacemos algo radical, ¿cómo entonces vamos a salir del círculo vicioso que nos ha traído hasta este punto?

Queda en manos de la administración de turno liderar con fuerza y firmeza una reforma abarcadora, justa  y tal vez antipática,  con el objetivo de ver los frutos a mediano y largo plazo. Queda en manos de la  oposición- y aquí no solo me refiero a la minoría- el querer formar parte de la solución. Queda en manos del sector privado  unirse para trabajar por el bien colectivo y desprenderse de sus luchas individuales. Queda en manos de todos nosotros decidir si vamos a trabajar en equipo para buscar soluciones coherentes a los problemas que por años nos han mantenido en un estancamiento sin sentido.

Si bien la tarea que tenemos como pueblo es una gigantesca y complicada, otros países en situaciones peores a la nuestra han logrado encaminarse por la ruta del crecimiento, no sin antes poner en marcha un plan bajo el cual todo el mundo se comprometa a trabajar. Con sacrificios para todos de forma equitativa -incluyendo para el propio sector público-,  pero también con la promesa de que todos podremos participar de las  recompensas.

Así las cosas, Puerto Rico tiene ante sí la gran oportunidad de escribir uno de los capítulos más importantes de su historia: El de la recuperación. Pero la redacción de dicho episodio no está en manos ni de Krueger ni de Rowling. Nos toca a nosotros escribir ese largo y doloroso capítulo que nos llevará hacia un desenlace de prosperidad. Nos toca a  todos, de manera multisectorial, con sudor, compromiso y voluntad, trabajar la magia que al final del día podrá echar el país hacia adelante.

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