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Más allá del diploma

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La música con ritmo de oportunidad para Puerto Rico

Dice una de mis canciones preferidas que “nacimos en latitud perfecta donde tuesta el sol y la lluvia refresca.”

De una isla tan pequeña, pareciera matemáticamente imposible que seamos responsables por producir tantos grandes artistas, deportistas, científicos y profesionales.

Podríamos enlistar todas las industrias donde un boricua ha dejado un impacto significativo, pero seamos honestos: ninguna industria ha sido marcada tan ferozmente por nuestra huella caribeña como lo ha sido la industria musical.

La lista de responsables es larga: Figuras icónicas como Rafael Hernández, Ismael Rivera, Héctor Lavoe, Willie Colón, El Gran Combo, Cheo Feliciano y Tito Rodríguez, para nombrar solo algunos de la vieja guardia.

En la primera década del 2000 fuimos testigos de cómo el astro Ricky Martin logró penetrar el mercado americano y convertirse en uno de los artistas más escuchados en el mundo. Seguimos brillando con temas compuestos por Roy Brown, Gilberto Santarosa, Cultura Profética, Olga Tañón, Andy Montañez, José Feliciano, Kany García, Pedro Capó, Tommy Torres, Ednita Nazario y de seguro se me queda alguno.

Sin embargo, ni en nuestros mejores tiempos, podríamos imaginar lo que está ocurriendo hoy día.

Con la llegada del internet, el modelo de negocio de la música cambió.  Gracias a plataformas como Youtube, Apple Music, Pandora y Spotify, uno como usuario ahora podía escuchar música de cualquier artista, gratuitamente sin tener que comprar su disco. Estas plataformas ahora sirven como distribuidores,  permitiendo que cualquier artista pueda promover su música, sin apoyo de una disquera, a cambio de ser compensados por la cantidad de veces que los usuarios escuchen sus canciones (conocido como “streaming”).

A pesar de que este cambio provocó la disminución de ventas de discos, esto trajo la oportunidad para los artistas de poder distribuir su música a una mayor audiencia, mientras que le permitió a los usuarios a escuchar música de todas parte del mundo sin tener que comprar un disco. En otras palabras, globalizó y democratizó la industria de la música.

En este nuevo modelo descentralizado, en el cual los usuarios, tienen libre acceso a escuchar una librería completa de música compuesta por cualquier artista de cualquier parte del mundo, es increíble creer que la música urbana, cocinada mayormente por nuestros artistas puertorriqueños, esté liderando las estadísticas.

Entre el hit monumental que fue “Despacito”—vídeo musical mas visto en Youtube—el ascenso astronómico de Bad Bunny en la plataforma de Spotify, y la popularidad inmensamente diversa que sigue a Residente, tenemos que reconocer el momento histórico que estamos viviendo.

Gústele o no, ¡la música es el producto mejor exportado de nuestra isla desde el azúcar!

Pero, hay muchos que andan molestos porque la música urbana no los representa. Para mi, que no le guste las líricas no es razón suficiente para desacreditar los hechos.

En el 2018 solamente, Residente cerró una gira mundial altamente exitosa y su documental está disponible en Netflix. Bad Bunny ha sido elogiado por curadores musicales en revistas prestigiosas como Rolling Stone y el New York Times.

Daddy Yankee continúa expandiendo su marca en mercados que ni hablan español con hits mundiales como “Dura” y “Con Calma”. Nicky Jam fue el artista escogido para cantar la canción oficial de la Copa Mundial, el evento deportivo más visto en el mundo. Actualmente, los Billboard latinos son dominados por artistas boricuas del género como lo es Ozuna, Wisin & Yandel, Arcangel y Delaguetto, entre otros.

Aunque parezca un sacrilegio decirlo, esta era se compara a los tiempos de la salsa “golda” de los ’70, cuando los protagonistas de la industrias más competitivas a nivel global—la música— era dominada por boricuas.

Así que…

¿Por qué en vez de quejarnos por los méritos de estos artistas y cuestionar sus líricas mejor no aprovechamos su alcance para diseñar campañas publicitarias que logren promover a Puerto Rico como destino? 

Mejor aún. Habiendo presenciado los conciertos de Bad Bunny, Residente y estar en uno de los nueve (lo dije bien, nueve) que vendió Wisin & Yandel, no podía parar de cuestionarme lo mismo:

¿Por qué adicional a las campañas publicitarias, no capitalizamos este momento para diseñar un festival de música y convertir a Puerto Rico en un destino musical?

Muchos consideran que la isla es muy pequeña y que por tanto no sería un destino atractivo para un festival.  No obstante, una isla como Ibiza, no más grande que Vieques, es la capital de música electrónica y anualmente recibe sobre 7 millones de visitantes al año.

Se estima que la industria de eventos musicales incrementa un 26% ($7.2 mil millones del 2015 a $9.1 Mil Millones) entre el 2015-2021. Se que es difícil compararnos con un festival tan conocido y exitoso como lo es Coachella, pero ese festival recogió cerca de $48 millones en ingresos en el 2016 y se estima que su impacto económico en la región rondaba en los $403 millones, según un estudio publicado en el Los Angeles Times.

Es cierto que un festival musical no es rentable si dependemos solo de un mercado local, pero es incuestionable que hay un apetito global para gozarse nuestra música. Los artistas latinos más solicitados en el mundo actualmente son de nuestro patio. Deberíamos entonces tener la visión de unir todo nuestro mejor talento musical para así convertirnos en los anfitriones del mejor junte de música latina en el mundo.

Si en vez de pelear, criticar y hasta dividirnos en el eterno debate de los méritos de la música urbana, tuviéramos la visión vanguardista de unirnos para planificar y buscar la manera de capitalizar en el producto mejor exportado de este país, tal vez pudiéramos alejarnos de la imagen de crisis económica que tanto nos estigmatiza.

Sobre el autor:

Soy CPA, Escritor, Conferenciante y Pasado Presidente del Capítulo Profesional de ALPFA Puerto Rico. Como eterno optimista, mi meta es compartir historias, que logren inspirar, motivar y ayudar a mi generación puertorriqueña para que juntos podamos contribuir activamente al renacimiento de nuestra Isla.

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