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Paciencia para los que viajamos en clase económica

Asientos económicos avionesPara muchos el ideal de un viaje largo en avión está en las revistas: “un asiento que se convierta en cama, me pongo las pajamas y a dormir”, me decía mi amiga Marina, que tiene la suerte y el bolsillo, para viajar cuando se le antoja, y cómo se le antoja.

Pero la realidad de la mayoría de los turistas no es esa, por eso los asientos en Primera Clase y “Business Class” son los menos que abundan. De todas maneras, aunque sea en “coach” o Clase Económica, claro que nos gozamos el viaje de principio a fin, pero no nos queda de otra que hacer malabares para acomodarnos en esos vuelos larguísimos y de paso rezarle a todos los santos para que nos toque el buen vecino, de esos que nos dejan pararnos cuando la necesidad aprieta en el aire, y tenemos que ir al baño. Digo porque esa recomendación médica de caminar al menos un ratito cada hora de vuelo, es imposible. Ni hay espacio ni posibilidades. “Señores pasajeros, les recordamos que no deben estar parados y menos reunirse en las estaciones de alimentos del avión”, Ajá, así que pararse o recorrer el pasillo no es opción.

Yo tengo mis truquitos para ir lo mejor posible en clase económica. Primero tratar de comprar el pasaje lo antes posible (más baratos y más asientos buenos de los baratos, disponibles). Si no puedo, la otra opción es hacer el “check in” desde casa el día antes, nunca en el aeropuerto, porque si no, te toca uno de los asientos que sobran. Si no estoy conforme con eso, entonces trato en el aeropuerto de ir al counter de la aerolínea y ver si logro cambiar el asignado.

Si nada de eso funciona, el próximo paso es comprar el “upgrade”, pero en mi reciente viaje regresando de Londres me pedían 400 libras por persona ($600 aproximadamente) para acomodarme en “Clase Económica Premium“. ¡Imposible, eso es casi lo que cuesta un boleto completo! Sin embargo, otras veces he pagado el equivalente a $40 por venir con un poco más de espacio, y créeme que los vale. Si tienes millas acumuladas puedes intentar comprar el “upgrade” pero casi siempre tienes que hacerlo por teléfono, antes del día de viaje.

Si nada de eso funciona, y más allá de la cortesía elemental que siempre hay con el vecino de asiento, trata por todos los medios de caerle en gracia. En mi viaje más reciente, y luego de esperar media hora porque me dejaran salir del enclaustramiento del asiento del medio ¡en la fila del medio!, para ir al baño, al regresar entré en conversación con la vecina, que luego de un rato me dijo que yo era “sweet”. Las otras dos paradas que hice del asiento (era un viaje de 10 horas), se levantó sin protestar.

“Si no puedes con el enemigo, únete”, a veces da resultado. De todas maneras sigo insistiendo en que deberían prohibir esos asientos tan pegados, donde no tienes que levantar el tenedor para comer porque cuando reclinan el asiento del frente, el plato que tienes en tu mesita te llega a la boca. Pero esos son parte de mis sueños de viajera.

¿Cómo te las ingenias en esos viajes largos en clase económica?

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