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El otro lado del triunfo

Hoy temprano, cuando Ricardo Rosselló despierte del plácido sueño que dan las victorias, tiene tareas muy importantes que ejecutar. La primera tiene que ser hacerse a sí mismo una pregunta muy importante: ¿por qué gané por un margen cercano al 2%, cuando las encuestas internas de las que hablaba mi grupo de trabajo me ponían ganando por más de 10%?

Podría ir un poco más allá y preguntarse por qué ganó por el 2% cuando hace poco más de un año las encuestas le daban unos márgenes de victoria estratosféricos.

Y una última pregunta, que tampoco puede quedarse sin respuesta en las reflexiones que haga el ahora oficialmente candidato del Partido Nuevo Progresista (PNP) a la gobernación: ¿por qué a la primaria del PNP fueron solo cerca de 450,313 electores, mucho menos que los 592,591 de 2003 y los 751,665 de 2012?

Una victoria es una victoria y cuando se mira a la distancia los márgenes importan poco.

Pero cuando se trata de una elección que es en realidad la antesala de otra elección más importante – la general – las preguntas con las que estarán lidiando a partir de hoy Ricardo Rosselló y su equipo de trabajo revisten de una particular importancia y de sus respuestas dependerá lo que ocurra de aquí a noviembre.

Ricardo Rosselló ganó, principalmente, porque logró seducir a la mayoría de los miembros del PNP con su discurso enérgico y refrescante de cambios profundos y con su compromiso de luchar apasionadamente por la estadidad. Ese discurso resultó para los novoprogresistas más convincente que la pasividad del comisionado residente Pedro Pierluisi, quien no pudo con el ímpetu y la creatividad de su rival, al que atacó continuamente por su falta de experiencia.

Esas son las razones que tiene hoy Rosselló para celebrar. Ahora, tiene que resultarle muy preocupante que cerca de la mitad de los miembros del PNP al parecer le haya comprado a Pierluisi el discurso de la falta de experiencia. Si la mitad de su propio partido prefería a otro para gobernar, ¿qué será cuando, ahora, salga a campo abierto, a exponerse a la totalidad del electorado?

La historia de primarias por la candidatura al gobernación en Puerto Rico es corta. Antes de la de ayer, había habido solo dos, ambas en el PNP.

Pero en ambas el margen del ganador fue abrumador. Por ejemplo, en el 2003, Pedro Rosselló le ganó a Carlos Pesquera 75.82% a 23.61% y en el 2008, Luis Fortuño le ganó a Pedro Rosselló 59.21% a 40.79%.

El que Ricardo Rosselló se dirija a la elección general habiendo ganado solo por 2% puede interpretarse como que se dirige desde una posición de precariedad a la elección general ante el candidato del Partido Popular Democrático (PPD), David Bernier, quien no tuvo primaria y no tiene, que se sepa, retos importantes dentro de su propio partido.

El PPD tiene sus problemas, por supuesto. Cuatro años de gobierno desastroso, sobre todo, en tres de los cuales Bernier fue parte de la más alta cúpula de la administración, son un bagaje inmenso para presentarse a una elección general.

Mas la manera magullada en que sale Rosselló de la primaria del PNP puede que le haya hecho la cuesta un poco menos empinada.

La otra pregunta complicada que tienen que responderse Rosselló es la de la baja participación en la primaria. A la primaria solo acudieron 450,313. Esos son 301,352 menos de los que participaron en la 2012 entre Pedro Rosselló y Luis Fortuño y 142,278 menos que la de 2007 entre Pedro Rosselló y Carlos Pesquera.

El que primero sintió el efecto de la drástica reducción en participación fue Pierluisi, quien había fijado en 650,000 el número de votantes que necesitaba que acudiera a la primaria para tener oportunidad de vencer a un candidato que hace años se había metido de tal manera en el corazón de los militantes más apasionados del partido de manera que era casi imposible sacarlo.

Por eso era que Pierluisi y sus más cercanos asesores andaban en la últimas semanas prácticamente implorando que personas de afuera del PNP acudieran a votar a la primaria.

Pero el bajo número de participación puede ser motivo de angustia para Ricardo Rosselló, de quien, hasta el momento, no se cree que tenga gran arraigo fuera de las filas del PNP. Uno de los análisis que más se escuchó ayer cuando se supo de este número fue que la descomunal emigración de los últimos años puede que haya tenido un efecto particularmente fuerte en el PNP.

En resumen, es ardua la tarea que tiene Ricardo Rosselló de aquí a noviembre. Los dados todavía puede que estén cargados a su favor, por el gran descontento que parece que hay en el país con todo lo que tiene que ver con el PPD.

Pero tiene apenas cinco meses para enamorar a los más de 200,000 miembros del PNP que en la primaria hubiesen preferido otro candidato y salir a buscar votos fuera de su partido, tomando en cuenta que su lema, estadidad ahora, no es algo que a gente fuera del PNP en realidad le interese gran cosa.

(benjamin.torres@gfrmedia.com, Twitter.com/TorresGotay, Facebook.com/TorresGotay)

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