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El lanzador que abusó con Clemente




Al final de su carrera, en más de una ocasión pudo verse a Greg Maddux, el legendario lanzador que ahora es miembro del Salón de la Fama, escupiéndole malas palabras a Tony Gwynn mientras este avanzaba hacia primera base luego de conectarle otro imparable.
Gwynn, el inmisericorde bateador zurdo de los Padres de San Diego, ganador de ocho títulos de bateo al promediar .338 en su carrera, en efecto acribilló con el bate a muchos lanzadores, incluyendo a algunos de los mejores de todos los tiempos, pero contra Maddux, ganador de cuatro premios Cy Young, con 355 victorias y una efectividad de 3.16 en su vida, Gwynn se ensañó más de lo normal: promedió .415 en 94 turnos, sin poncharse ni una vez.
De hecho, el estelar trío de los Bravos de los noventa, Maddux, Glavine y Smoltz, pudo haberse unido para insultar a coro a Gwynn: entre los tres, no pudieron poncharlo nunca.
Claro, no es demasiado raro que un gran bateador le conecte libremente incluso a los mejores lanzadores.
El caso de Roberto Clemente es ejemplificante.

Jackie Collum


El astro boricua se enfrentó a 17 futuros miembros del Salón de la Fama en su carrera, y prácticamente a todos los vapuleó: promedió .425 en 154 turnos contra Warren Spahn, líder de todos los tiempos en victorias para un lanzador zurdo (363), y promedió además .361 contra Don Drysdale,.355 contra Jim Bunning, .354 contra Don Sutton, .333 contra Steve Carlton, .308 contra Robin Roberts, .297 contra Sandy Koufax y .287 contra Juan Marichal.
Las excepciones fueron Bob Gibson, contra quien solo pudo promediar .208, y Nolan Ryan, a quien solo pudo darle dos hits en 16 turnos en las pocas veces que se enfrentaron, con seis ponches.
Pero el lanzador frente al que Clemente en verdad no pudo hacer nada, es uno que incluso pagando hubiese tenido problemas para entrar al Salón de la Fama.
Se trata de Jackie Collum, un zurdo de 5’7” de estatura, que estuvo activo en Grandes Ligas, como abridor y como relevista, entre 1951 y 1963 con seis equipos, y tuvo un récord modesto de 32-38 con 4.15 de efectividad.

 


Pero solo se enfrentó a Clemente en las temporadas de 1955 y 1956, las primeras dos del boricua, y el futuro Hall of Famer no logró darle de hit en 17 turnos, siendo el lanzador contra el que tuvo más turnos, yéndose en blanco, en toda su carrera.
En la primera temporada, Clemente se fue de 15-0 y, en la segunda, de 2-0. No se embasó nunca y se ponchó una vez.
¿Quién era este portento?
Nacido y criado en plena ruralía en Iowa, Collum ingresó al ejército a los 18 años y estuvo activo en Filipinas y Japón durante la segunda guerra mundial.
En el ejército, sin embargo, fue que comenzó a sobresalir en el béisbol, y finalmente fue firmado en 1946 por los Cardenales de San Luis.
No obstante, su reducida estatura provocaba que pocos le vieran mucho futuro como lanzador de Grandes Ligas, hasta que un día Harry Breechen, un veterano serpentinero zurdo de los Cardenales, le habló con franqueza, le dijo que le hacía falta otro lanzamiento y le enseñó a tirar el ‘screwball’ (lanzamiento de tirabuzón).

 


Eso se convirtió en su salvación: en 1951, luego de amasar un récord de 15-8 en Triple A con 2.80 de efectividad, Collum fue subido a las Mayores por los Cardenales a fines de la temporada e impresiónó gratamente al abrir dos juegos, tirar un juego completo y conseguir un récord de 2-1 con 1.59 de efectividad en 17 entradas.
No se afincó en las Mayores, sin embargo, hasta 1953, cuando tuvo un récord combinado de 7-11 con 3.97 en 136 entradas con San Luis y Cincinnati, y de ahí en adelante desarrolló una carrera aceptable, desempeñándose como relevista y abridor ocasional, al desfilar también por las nóminas de San Luis (otra vez), Dodgers (Brooklyn y Los Angeles), Cachorros de Chicago, Minnesota y Cleveland.
En 1954, cuando tuvo marca de 7-3 con 3.76 de efectividad con Cincinnati, fue invitado al Juego de Estrellas. Al año siguiente, también con Cincinnati, cuando se enfrentó 15 veces a Clemente, tuvo marca de 9-8 con 3.63 en 134 entradas, abriendo 17 de los juegos en que participó, y en 1956, de regreso con San Luis, su marca fue de 6-2 con 4.20 de efectividad en 60 entradas, actuando en relevo en 20 de los 21 juegos en los que vio acción.

 


Curiosamente, de acuerdo a una entrevista, Collum no mencionó a Clemente cuando hablٴó del éxito que tuvo ante algunos de los mejores bateadores de su época, tales como Willie Mays, Ralph Kiner y Hank Aaron.
“Tuve bastante éxito contra los jonroneros, porque estos hacen ‘swing’ con fuerza”, dijo. “Los que me mataban eran tipos como Red Schondienst (el intermedista y bateador de contacto). Debe haber bateado como .500 contra mí”.
En esa entrevista, publicada por SABR (Society for American Baseball Research), creada por historiadores del béisbol, Collum da la impresión de haber sido un gran tipo.
Cuando se le pidió que comparara el béisbol de los años cincuenta con el de la época moderna, dijo: “Es difícil decirlo. En mi época había 200 jugadores en la Liga Nacional, mientras que ahora hay 200 en la lista de lesionados”.
Tambiٞén recordó que con los Dodgers por un tiempo tuvo de compañero de cuarto a un juvenil Sandy Koufax, quien, una vez, en plena depresión por el descontrol que le impedía lanzar con efectividad, le confesó que estaba contemplando retirarse.

 


“Le hablé, le dije que yo había pasado por lo mismo y que lo importante era concentrarse en hacer que la bola pasara por encima del plato”, dijo.
Y también tuvo una anécdota sobre Ted Williams, quien “podía ser bastante arrogante”.
Durante los entrenamientos primaverales, Williams se topó con Collum y otro joven lanzador, Johnny Klippstein, en un restaurante.
“Nos dijo que iba a pagarnos nuestra comida, lo que fue muy elegante de su parte”, recordó, “pero entonces dijo: “Total, mis propinas probablemente son más grandes que lo que ustedes ganan en todo un año’.”
Luego de que finalizara su carrera, Collum estuvo involucrado en la venta de autos y fue dueño de las gasolineras Pioneer Oil, en Grinnel, Iowa, donde eventualmente murió el 29 de agosto de 2009 a los 82 años.
Antes de morir, dijo que su mayor orgullo, aparte de su carrera en grandes ligas, fue haber estado casado 59 años con su esposa y criar seis hijos, que le dieron 12 nietos y tres tataranietos.
Evidentemente seguía sin recordar que había enfrentado 17 veces sin haberle permitido un solo incogible a un hombre que disparó 3,000 en su carrera.



El autor formó parte de la redacción deportiva de El Nuevo Día de 1981 a 2008 y es el autor de San-Tito, sobre la carrera de Tito Trinidad y de la novela El último kamikaze, ganadora del certamen del Instituto de Cultura Puertorriqueña en 2016.
(ceuyoyi@hotmail.com).
En twitter, Ceuyoyi, En Facebook, Jorge L. Prez

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