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En duda el futuro de Kiria

 

Kiria Tapia reaccionó al aplazamiento de los Juegos Olímpicos de este año con la resignación y el buen humor que le caracterizan.
“Lo primero que me dije fue, ‘¿qué más me va a pasar a mí’”, dijo.
“La vez pasada, faltándome una pelea para la clasificación (para las Olimpiadas de 2016), me lesioné”, dijo, “y ahora, después de estar entre dos y tres semanas acuartelada en el Albergue Olímpico y cuando ya estaba lista para viajar con el equipo a Buenos Aires para el clasificatorio el 17 de marzo, todo se detuvo”.
A la postre, no fue solo el clasificatorio lo que se suspendió, sino que las Olimpiadas de Tokio en sí, programadas para celebrarse entre julio y agosto, quedaron aplazadas por un año debido a la crisis mundial ocasionada por la pandemia del coronavirus.
Para todos los atletas que llevaban años preparándose, naturalmente, tiene que haber sido un golpe duro.
Pero Kiria, quien cuenta ya con 30 años, llevaba más de un año ascendiendo nuevamente a su altura previa, luego de perder casi dos años de actividad, primero por la rotura del talón sufrida en su tercera pelea de los Campeonatos Mundiales de mayo de 2016 que se celebraban en Kazajistán, cuando buscaba clasificar para los Juegos de Río, y luego por un embarazo.

La medallista de oro de los Panamericanos de 2011 y los Centroamericanos de 2014 había revalidado de nuevo su campeonato nacional en las 132 libras y, en el campamento de fogueo que la Selección había hecho semanas atrás en Medellín junto a selecciones de otros siete países, había comprobado que casi estaba donde había estado antes.
“Allí hasta le gané a boxeadoras profesionales”, dijo, mencionando a la argentina Erica ‘Pantera’ Farías, una excampeona junior welter del CMB.
“Y fue un sacrificio grande: cuando me acuartelé, mi esposo (el exboxeador Héctor Marrero) se quedó solo con mis dos hijas, cuidándolas y llevándolas a la escuela y todo para que yo pudiera concentrarme en el boxeo”, agregó.
“No digo que esto (la suspensión) esté mal, porque la salud viene primero y más en un caso como el mío, que tengo dos hijas y podía contagiarlas”, agregó, “pero la realidad es que ahora tengo que pensarlo bien para saber qué voy a hacer”.
Tal vez por primera vez en su vida, incluso, estٞé considerando la posibilidad de hacerse profesional.

 

“Como sea, va a pasar bastante tiempo para que vuelvan a abrir los gimnasios y vuelva a haber boxeo, en aficionado y en profesional”, dijo, “y, como me dijo mi entrenador -Jim Pagٞán-, si decido tratar de clasificar para las Olimpiadas en 2021, hay que volver a empezar desde cero para luego volver a los campeonatos nacionales y todo lo demás, porque no puedo estar todo un año manteniéndome en este nivel”.
“Pero vamos a ver lo que se me presenta y las ofertas que pueda recibir”, agregó.
Una posibilidad, disponible para los boxeadores, es la de iniciar su carrera como profesional y de todos modos aspirar a clasificar para las Olimpiadas, como estaba tratando de hacerlo en esta ocasión Stephanie Piñeiro, la medallista de bronce en las 141 en los Centroamericanos de 2018 que, luego de dos peleas como profesional, iba a estar representando ahora al equipo boricua en las 152 libras.

 

“La diferencia entre el boxeo aficionado y el profesional es enorme, porque hay que cambiar todo el estilo, pero Stephanie había logrado hacerlo, porque el sueño de todo boxeador sigue siendo el ir a una Olimpiada”, reconoció Kiria, quien, aunque en determinado momento contó con el respaldo económico que el COPUR le brinda a sus atletas ‘elite’, ella no había recibido nada en el último par de años, desde que regresó luego de su lesión.

 

 

El autor formó parte de la redacción deportiva de El Nuevo Día de 1981 a 2008 y es el autor de San-Tito, sobre la carrera de Tito Trinidad y de la novela El último kamikaze, ganadora del certamen del Instituto de Cultura Puertorriqueña en 2016.
(ceuyoyi@hotmail.com).
En twitter, Ceuyoyi, En Facebook, Jorge L. Prez

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