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De vuelta el boxeo ‘bonito’

Hace apenas un par de años, uno iba a una cartelera de boxeo aficionado y todas las peleas parecían la misma: sonaba la campana, y ambos contrincantes —juveniles o adultos, varones o féminas—se ponían a tirar golpes con ambas manos y no dejaban de hacerlo hasta que la campana volvía a sonar.
Y casi todos los golpes —por no decir que todos— eran a la cabeza del rival.
Este estilo boxístico —o falta de estilo— tenía una razón de ser: reaccionando a las constantes amenazas del Comité Olímpico Internacional para eliminar el boxeo como deporte olímpico debido a los continuos casos de corrupción entre los oficiales, la AIBA (la Asociación Internacional de Boxeo Aficionado), en un intento desesperado por salvar su deporte, en efecto había suprimido la subjetividad humana de los jueces, convirtiéndolos en meros contadores de puños.

Kiria Tapia en acción.

 

Es decir, cinco técnicos se colocaban alrededor del ring, cada uno equipado a ambos lados con dos botones, uno representativo de cada peleador. Si el peleador A conectaba un golpe, el técnico apretaba el botón A. Si el golpe lo conectaba el peleador B, entonces el técnico oprimía el botón B.
Pero no solo eso: para que la computadorita que iba sumando los golpes en efecto validara uno puño, era necesario que por lo menos tres de los técnicos hubieran oprimido el mismo botón con menos de un segundo de diferencia.
El efecto de esto fue crear un nuevo tipo de boxeo: uno en el que los peleadores se preparaban tan solo para estar tirando golpes sin parar los tres asaltos, y preferiblemente a la cabeza, puesto que los técnicos tendían a ignorar los golpes al cuerpo.

 

“Se perdió la esencia del boxeo aficionado”, comentó el entrenador cidreño Luis Espada, padrastro del dos veces excampeón mundial José ‘Sniper’ Pedraza.
“Los peleadores entrenaban para hacer una sola cosa y no se tomaba en cuenta que cada boxeador tiene su estilo, o que por su físico —si es alto, o bajito—, también debe usar recursos distintos”.
“Eso no permitía que se desarrollara mucha técnica”, coincidió el entrenador carolinense José Bonilla. “Fue un atraso para el boxeo”.
“Y como los técnicos ignoraban los golpes al cuerpo, eso convirtió a los peleadores en unos head hunters, todos tirando a la cabeza”, agregó. “Uno los sigue viendo en profesional, que se pasan tirando todo el tiempo a la cabeza”.
Al comienzo del presente ciclo olímpico, sin embargo, la AIBA, que en los últimos años ha ido saltando de crisis en crisis y a lo último estaba tratando de salvarle el pellejo olímpico a su deporte buscando que algunos de los principales peleadores profesionales representen a sus países en las Olimpiadas, de nuevo volvió a cambiar las reglas.

 

Y ahora ha implementado un sistema de votación que copia el profesional: los jueces votando 10-9 cada asalto (o 10-8 si el dominio fue abrumador de parte de un peleador), y se suman las tarjetas después de los tres asaltos.
La única diferencia es que en el aficionismo los jueces son cinco, y no tres.
Ese cambio tan sencillo en las reglas mundiales ha tenido un efecto claro e inmediato, que, con su acostumbrada sapiencia, destacó el excampeón mundial Iván Calderón en su rol de comentarista en la transmisión de la cartelera aficionada de la Copa DirecTV el pasado sábado 19 de octubre desde el Quijote Morales de Guaynabo: “¡Qué bonito es ver el boxeo otra vez como debe ser, con golpes al cuerpo, con movimientos, preparando golpes!”, exclamó en determinado momento.

 

Y, evidentemente, un juez de boxeo que puede aquilatar todas las destrezas de un boxeador —no solo los golpes que conecta, sino los que hace fallar, sus movimientos, su defensa, su dominio del ring— está mejor capacitado para evaluar una pelea que alguien que solo se dedica a contar golpes.
En la cartelera en la que trabajó Calderón hubo muchos que exhibieron grandes destrezas, sobresaliendo en especial la gran veterana Kiria Tapia, boxeadora por excelencia, quien, por su habilidoso estilo boxístico basado en la velocidad y en los movimientos sobre el ring, más su recuperación total de su lesión del talón, podría aprovechar el renovado sistema de votación para llegar hasta Tokio 2020.
“Ha sido de mejoría para los boxeadores”, coincidió a su vez el entrenador Ricky Márquez, jefe del reconocido Club Diamante de Cupey.

 

“Entre otras cosas, fomenta que los boxeadores trabajen más la parte defensiva: con el sistema de antes, muchas veces uno veía que los boxeadores sencillamente se cubrían la cara con los guantes y dejaban que el otro tirara y tirara porque sabían que los golpes iban a pararlos con los guantes y no iban a coger puntos”.
“Pero ahora tienen que trabajar más en la defensa… y, de hecho, eso es algo que los ayuda más para cuando sean profesionales”.
Pero junto a este cambio favorable de la AIBA, los tres entrenadores coinciden en que el organismo internacional cometió un nuevo error.

 

“Hay una cosa positiva, pero también algo negativo al eliminar la careta para los adultos (más de 19 años)”, dijo Espada, sobre otro cambio que tiene la intención de disminuir las diferencias entre el aficionismo y el profesionalismo.
“Yo estuve ahora en Ecuador en una Copa con la Selección y varios de los muchachos sufrieron cortaduras feas y no pudieron continuar”, dijo.
Irónicamente, sin embargo, eso también ayuda a que los peleadores desarrollen su defensa.
“Cuando tienen caretas, los muchachos tienden a confiarse y a arriesgarse más, porque saben que no los pueden cortar con un cabezazo y al no tenerlas tienen que protegerse más”, dijo Bonilla.
“Pero de todos modos es un daño para el boxeo, porque ahora muchos llegan a profesionales con las cicatrices de las cortaduras que sufrieron como aficionados, que pueden volver a abrírseles en cualquier momento”.

 

 

 

El autor formó parte de la redacción deportiva de El Nuevo Día de 1981 a 2008 y es el autor de San-Tito, sobre la carrera de Tito Trinidad y de la novela El último kamikaze, ganadora del certamen del Instituto de Cultura Puertorriqueña en 2016.
(ceuyoyi@hotmail.com).
En twitter, Ceuyoyi, En Facebook, Jorge L. Prez

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