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El Gallo cuelga sus espuelas

 

El 13 de septiembre de 2003 en Berlín, durante la lectura de reglas para el combate por el vacante cetro welter de la Asociación Mundial de Boxeo (AMB) entre el alemán Michael Trabant (38-0 y 19 nocauts) y José Antonio ‘Gallo’ Rivera (36-3-1 y 24), el árbitro puertorriqueño Luis Pabón recibió una petición especial de parte del boxeador de ascendencia boricua: “Recuerde que esta es una pelea por el título, hasta la muerte”.
Lo que Rivera quería decir era que no se apresurara a parar la pelea si lo veía en mal estado.
“Ahí me di cuenta de que era guapo”, me comentó Pabón para esos entonces, “y eso que era un peso welter pequeño”.

Entrenando para su última pelea.

En efecto, frente a un ídolo local que estaba invicto, Rivera, de 5’8”, desarrolló una pelea sin cuartel en la que derribó al alemán en el segundo asalto y eventualmente consiguió coronarse con una victoria por decisión mayoritaria que debió ser unánime: 116-111, 114-111 y 114-114.
Nacido en Filadelfia, pero criado y radicado en Worcester, Massachusetts, Rivera, de padres puertorriqueños, se convirtió así en el primer peleador ‘latino’ de Masssachusetts en ganar el título mundial, adelantándose a John Ruiz, y luego seguiría una larga y fructífera carrera en la que, después de perder el cetro en su primera defensa ante el neoyorquino de ascendencia boricua Luis Collazo, se coronaría monarca de las 154 libras por la AMB al destronar por amplia decisión al mexicano Alejandro ‘Terra’ García, título que también perdió en su primera defensa ante Travis Simms.

Trabaja como oficial de seguridad de la corte de Worcester.

“Soy también el primer boxeador de Masachusetts que ganó٠ títulos en dos divisiones diferentes”, dijo recientemente Rivera, ahora con 46 años.
De paso, antes de ganar el cetro welter de la AMB él obtuvo el campeonato welter de la poco reconocida International Boxing Organization, así que, técnicamente, fue campeón tres veces en dos divisiones diferentes.
Pero tas perder con Simms en 2007, Rivera cayó en ocho asaltos ese mismo año en el Madison Square Garden ante el boricua Daniel Santos en una eliminatoria de la AMB para las 154 libras, y decidió retirarse.
El retiro duró poco: en 2008 hizo una pelea, en 2011 otras dos.

Entonces, inesperadamente, ya con 45 años, regresó el 17 de agosto del año pasado cuando, peleando en las 155 libras en el Palladium de Worcester, noqueó en el séptimo asalto a Larry Smith.
Pero no fue un regreso motivado por el deseo de revivir glorias pasadas o por problemas económicos: “Mi hijo mayor, AJ, que tiene ahora 26 años, tiene la condición de espina bífida, que es algo que a mucha gente le impide hasta caminar. Afortunadamente, él siempre ha hecho de todo y hasta peleó mucho como aficionado, pero tenía la meta de hacer por lo menos una pelea como profesional”.
Así, Rivera y su hijo, que también son promotores de boxeo en Worcester con la compañía Rivera Promotions and Entertainment, organizaron una cartelera en la que pelearían padre e hijo.

 

“Pero finalmente los médicos de la comisión le pidieron tantos exámenes que él decidió no pelear”, dijo Rivera, “pero, como ya era demasiado tarde para cancelar la cartelera, yo terminé peleando de todos modos”.
Esa resultó ser la pelea 49 de su carrera.
“Entonces me dije que quería terminar con 50”, dijo José Antonio.
Cumplió ese cometido el pasado viernes 14 de junio, otra vez en el Palladium de Worcester, cuando estelarizó una cartelera en la que dejó su marca en 43-6-1 y 25 nocauts al vencer por decisión dividida en ocho episodios a Travis Scott.
“Yo estaba todo adolorido de las costillas porque había entrenado muy fuerte, pero decidí pelear de todos modos”, dijo.

 

Así, El Gallo, quien aún recuerda el recibimiento en el aeropuerto que le organizó la Comisión de Puerto Rico con la presencia de Félix ‘Tito’ Trinidad cuando ganó el cetro welter de la AMB, pudo ponerle fin con una victoria a su larga carrera como boxeador activo.
“Estoy complacido con mi carrera”, dijo Rivera, quien viene frecuentemente a Puerto Rico y espera regresar en agosto de vacaciones con su familia. “Mi meta era ser campeón mundial y lo logré en dos divisiones”.
Pero lo más importante es que, aun mientras boxeaba, fue capaz de mantener una segunda carrera como oficial de seguridad en la corte de Worcester.

 

“Llevo 18 años y eso es importante porque es un trabajo que me permitió tener los planes médicos y la seguridad de mi familia”, dijo. “Y ahora acaban de ascenderme a jefe de seguridad: estoy a cargo de los oficiales que chequean a la gente a la entrada al tribunal”.
Y lo mejor de todo: “Mi hijo está trabajando también en el tribunal, haciendo lo mismo que yo hacía cuando empecé”.

 

 

 

El autor formó parte de la redacción deportiva de El Nuevo Día de 1981 a 2008 y es el autor de San-Tito, sobre la carrera de Tito Trinidad y de la novela El último kamikaze, ganadora del certamen del Instituto de Cultura Puertorriqueña en 2016.
(ceuyoyi@hotmail.com).
En twitter, Ceuyoyi, En Facebook, Jorge L. Prez

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