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El legado de Wladimir Klitschko

 

El ucraniano Wladimir Klitcschko mide 6’6 1/2″, pero puede decirse que tiene su mala suerte es casi tan grande como su estatura.
En gran medida, el hombre tiene todos los atributos para que la historia le recuerde como uno de los mejores pesos completos de todos los tiempos. O incluso uno de los mejores peleadores, punto.
Su pedigrí es impecable: fue campeón olimpico de 1996 y hasta el momento posee un récord nada deseñable de 64-3 y 53 nocauts que incluye 22 victorias seguidas. Ha reinado como campeón pesado en dos etapas, primero como monarca de la OMB desde 2000 hasta 2002 y luego ininterrumpidamente desde 2006 hasta el presente, cuando se le reconoce como campeón de la OMB, la FIB y la AMB.
Wikipedia, de quien no se puede depender ciegamente, en este caso contiene un resumen luminoso de sus logros: “Es el peso completo con el segundo reinado más largo de la historia y sus 23 defensas representan el segundo mayor número de la historia (detrás de le Joe Louis), aventajando tanto a Larry Holmes (20) como a Muhammad Ali (19)”.
Igualmente, está empatado con Louis con 27 peleas titulares.

 

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En fin, en noviembre pasado, The Ring le colocó como el segundo mejor peleador ‘libra por libra’ de la actualidad, la posición más alta que ha alcanzado en las listas bastante inútiles de esa ilustre publicación.
Fuera del boxeo, sus credenciales también son impresionantes: es hermano menor del otrora campeón pesado Vitali Klitschko, quien es actualmente el alcalde de Kiev, y en 2001 obtuvo su doctorado en ciencia deportiva en la Universidad de Kiev, de donde también extrajo un doctorado en filosofía.
Habla, además de ucraniano, ruso, alemán e inglés y, junto a su hermano, ha estado involucrado durante décadas en distintas actividades benéficas, con varias fundaciones para ayudar a los niños necesitados de Africa y América del Sur, y trabajando con la UNESCO (el brazo de ayuda humanitaria de la ONU).
Para completar, es un destacado ajedrecista y, en el plano personal, como podría esperarse, es un tipo amable, elocuente y de gran ingenio.
¿Qué otro boxeador de la historia sería capaz de decir algo como esto?
“Puede compararse a la política con el boxeo. Lo único es que en la política básicamente no hay reglas. En el boxeo uno puede quedar con un ojo amoratado, pero en la política uno puede terminar con veneno en su alimento o un balazo en la cabeza. Sin duda alguna es mucho más ruda y más peligrosa que otros deportes”.
Pero nadie es perfecto y, por desgracia, lo único que él no tiene es carisma: aunque el boxeo ha producido asombrosas bolsas multimillonarias en los últimos tiempos, Wladimir, quien se desarrolló como peleador profesional en Alemania, ha seguido peleando en el semianonimato, casi exclusivamente en Europa. Con frecuencia la televisión norteamericana ni siquiera halla espacio para transmitir sus defensas, o estas figuran en algún escabroso canal de cable de mínima penetración.
¿Cuál ha sido su problema? ¿La falta de rivales de gran brillo? ¿Un estilo todavía demasiado aficionado que resulta dominante –apenas pierde un asalto, empleando su gran alcance- pero que tampoco produce riñas emocionantes?
“Lo primero que aprendi en el boxeo es a no recibir golpes”, ha dicho. “Ese es el arte del boxeo. Ejecutar al oponente, sin recibir golpes”.
Bueno, pues Floyd Mayweather, quien universalmente era reconocido como el número uno del mundo hasta que hace poco anuncio su retiro, compartía estas dos características.
Pero Klitchko no es fanfarrón ni polémico, como él, ni tampoco puede vanagloriarse de no haber perdido nunca: Corrie Sanders y Lamon Brewster, por ejemplo, que no entrarán al Salón de la Fama a menos que sea de visita, lo noquearon en riñas titulares.

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Pero ahora, con el retiro de Mayweather, tal parecía que Wladimir por fin iba a tener la oportunidad de brillar: The Ring acaba de colocarlo como su número uno y, para festejar ese hecho, Klitschko tenía pendiente para el 24 de octubre, en Alemania, una defensa ante el británico Tyson Fury, un peleador que por lo menos ha demostrado un gran talento histriónico por la forma tan burlona en que venía promocionando la pelea, incluyendo una presentación de prensa en la que apareció disfrazado de Batman, además de considerársele por lo menos un rival de peligro gracias a su estatura de 6’9” y su récord invicto de 24-0 con 18 nocauts.
Pero entonces… cataplum: Wladimir acaba de anunciar que se desgarró un tendón de la pantorrilla izquierda y que la pelea tendría que aplazarse.
Cabe decir que Wladimir hizo el anuncio con su diplomacia habitual: “Pido excusas a mi oponente, que llevaba tanto tiempo preparándose con ahínco para esta pelea, y le prometo tratar de sanar lo antes posible”, dijo.
Pero esta no parece ser una suspensión que haya causado gritos de angustia de parte de la fanaticada mundial de boxeo.
En fin, Wladimir Klitschko parece ser uno de esos tipos tan perfectos y tan dechado de virtudes que, para bien o para mal, a veces hasta pasa desapercibido.
Y para un boxeador que depende de que la gente quiera ver sus peleas, eso no es solo mala suerte… sino un pecado mortal.

El autor formó parte de la redacción deportiva de El Nuevo Día de 1981 a 2008 y es el autor de San-Tito, sobre la carrera de Tito Trinidad.
(ceuyoyi@hotmail.com).
En twitter, 6418luis
En Facebook, Jorge L. Prez

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