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Golovkin vuelve a la tierra

Golovkin celebra su victoria sabatina.

Golovkin celebra su victoria sabatina.

 

Una de las grandes lecciones el boxeo es la siguiente: no se debe utilizar tan solo una pelea para evaluar a un peleador.

Es decir, de la misma manera que fue injusto cuestionar la calidad de Canelo Alvarez a base de su actuación frente a Erislandy Lara, donde apenas escapó con una cerrada victoria por decisión frente al escurridizo zurdo cubano, tampoco uno debe correr a proclamarlo como una estrella imbatible gracias a su reciente victoria sobre James Kirkland, a quien apachurró en tres asaltos.

Es un cliché, pero también es cierto: los estilos muchas veces definen cómo lucen los peleadores.

Ahora acaba de ocurrir otro tanto: hace ya bastante tiempo que los conocedores del boxeo -o por lo menos aquellos que escriben sobre boxeo-, vienen diciendo que el kazajo Gennady Golovkin es uno de los mejores peleadores del planeta, pese a que no cuenta todavía con tanto renombre entre el público en general.

También han venido diciendo que es uno de los peleadores más temidos del planeta, hasta el extremo de que figuras como el propio Canelo y el boricua Miguel Cotto rehúyen pelear con él.

Entretanto, el hombre siguió su marcha imparable frente a competencia de segundo nivel y, el pasado sábado, enfrentó al zurdo Willie ‘The Mongoose’ Monroe, Jr. en el Forum de Los Angeles en una transmisión por HBO.

Se trataba de una pelea de poco riesgo en la que debía defender sus títulos interinos de la AMB y el CMB para las 160 libras, su récord de 32-0 y 29 nocauts, su cadena de 19 triunfos seguidos por nocaut y, por encima de todo, su aureola como una versión mejorada del Mike Tyson de los años ochenta.

Pero ocurrió algo gracioso: después de derribar dos veces en el segundo asalto a Monroe, pareciendo a encaminarse a otra rápida y demoledora victoria por nocaut, su rival -con todo y su récord de 19-1 y apenas seis nocauts- se llenó de fuerzas y valentía y le hizo frente con todo a la devastadora máquina noqueadora. Y, ¿saben qué? Haciéndolo fallar pero sin retroceder, y lanzándole golpes contundentes al cuerpo y relampagueantes combinaciones a la cabeza, Monroe se recuperó en el tercer asalto e incluso ganó el cuarto episodio en la tarjeta extraoficial de Harold Lederman.

Para el quinto, Golovkin no solo parecía agotado y frustrado, sino sencillamente derrotable.

“Si Monroe fuera un peleador de nivel campeonil con pegada, Golovkin estaría en aprietos”, tuiteó en determinado momento Oscar de la Hoya, el promotor de Canelo.

Finalmente, a Monroe, cuyo bisabuelo era cubano -lo cual explica la banderita cubana que aparecía en su pantalón- se le acabó la suerte o tal vez Golovkin halló fuerzas para una nueva acometida y en el sexto episodio se produjo el anticipado nocaut.

Después del combate, sin embargo, cuando Max Kellerman le preguntó acerca de cómo Monroe parecía haber resucitado después de haber estado al borde del abismo, Golovkin quiso dar a entender, con su complicado manejo del inglés, que lo había hecho a propósito con tal de darle más asaltos de acción a la fanaticada.

“Quiero mucho a mis fanáticos”, dijo, “y no quería darles solo cinco minutos de emoción”.

“Es que a ֖él le gusta darle un show a la gente”, dijo a su vez su promotor, Tom Loeffler, repitiendo la misma tonada.

De paso, esa no parecía ser la actitud del entrenador Abel Sánchez en su esquina, en especial después de los asaltos cuatro y cinco, cuando se le escuchó diciéndole a Golovkin que no podía seguir dejando que Monroe lo atacara de esa manera y cogiera confianza.

En fin, igual de huecas me parecieron las palabras de Golovkin cuando este empezó a hablar de estar listo para enfrentar “ahora mismo” a Canelo, a Cotto o incluso al mismísimo Mayweather.

Y peor aún me sonó cuando Sánchez dijo que para el único que permitiría que Golovkin bajara a un peso intermedio de 154 libras sería para pelear con el Pretty Boy: días atrás, el promotor Lou DiBella reaccionó por ‘twitter’ a un comentario parecido de Golovkin, diciendo “¡Por Dios, Mayweather es un welter pequeño!”

De paso, aunque Cotto reina como campeón mediano del CMB, es bien sabido que el cagüeño es también un mediano pequeño, o hasta un junior mediano, y que por eso exigió un peso de 159 libras cuando retó por el título mediano a Sergio ‘Maravilla’ Martínez y estará peleando en las 156 cuando defienda su corona ante Daniel Geale el 6 de junio.

Y tampoco me lució muy convincente Golovkin cuando habló de su falta de rivales en las 160 libras: ¿Qué tal le parece el zurdo Andy Lee (34-2-1 y 24 nocauts, promoteado por DiBella? El campeón de la OMB por lo menos es un sólido pegador que ganó el título al noquear a otro invicto peleador proveniente de la Europa oriental que supuestamente venía comiéndose a los niños crudos: el ruso Matt Korobov.

¿O cómo le suena el descendiente de cubanos Peter Quillin (31-0-1 y 22 nocauts), un ex campeón de la OMB que viene de empatar con Lee?

Quillin, de paso, escribió en su cuenta de ‘twitter’: “No me gusta hablar mal de nadie, pero todo el mundo tiene sus defectos y espero que Golovkin sepa cuáles son los suyos”.

¿O tal vez el canadiense David Lemieux (33-2 y 31 nocauts), el campeón de la FIB?

Todos estos son medianos ‘full time’, tipos cercanos a los seis pies de estatura y caracterizados por su pegada, y que por lo menos deben representar retos más arriesgados que Monroe para un Golovkin que, a la edad de 33 años, no puede darse el lujo de sentarse a esperar pacientemente que aparezca su oponente de ensueño.

 

El autor formó parte de la redacción deportiva de El Nuevo Día de 1981 a 2008 y es el autor de San-Tito, sobre la carrera de Tito Trinidad.
(ceuyoyi@hotmail.com).
En twitter 6418luis@jorge L. Perez
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