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Mónica Puig y la metáfora de su triunfo…

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A Daniel Andrés y Nelly Jo…

Dos cosas me hacen escribir ahora de algo de lo que no suelo escribir, del deporte, en este caso del triunfo de este viernes de Mónica Puig en las Olimpiadas, victoria que no solo representa ya una medalla, sino que ha provocado una euforia en Puerto Rico como hace mucho tiempo no ocurría.

La primera razón detrás de esta breve reflexión es Daniel Andrés, mi nieto de casi nueve años, quien me contó la manera como vivió en su escuela este episodio que paralizó la isla por dos horas después del mediodía. “¡Ganó Mónica, abu, ganó… y yo lloré!”, me dijo abriendo mucho los ojos tan pronto llegó de visita. “Vimos el juego en el salón y todos gritábamos ‘¡Puerto Rico, Puerto Rico!’… fue muy emocionante… y lloré!”.

Reconozco que hasta antes de esto, nunca había pensado en lo que puede ser la hondura del orgullo patrio manifestado desde esa perspectiva casi instintiva de Daniel Andrés, un niño tan puertorriqueñamente habitual como cualquiera. Reconozco que me conmovió. Reconozco que me hizo pensar en la dimensión que coyunturas patrias como la protagonizada por Mónica pueden tener en la psiquis y en el espíritu individual y colectivo de una sociedad que lleva meses -si no años- agobiada por unas circunstancias excepcionalmente amargas, espinosas, lacerantes para la esperanza, asfixiantes para el porvenir.

Que Daniel Andrés me haya dicho que lloró por el triunfo de Mónica me erizó la piel, no solo porque él es mi nieto y todos los abuelos solemos ponernos así de pendejos con los hijos de nuestros hijos, sino porque ese gesto me iluminó por un momento la posibilidad inmensa que tenemos de ser país.

¿La segunda razón para estas palabras? Una breve conversación por Facebook con la amiga Nelly Jo Carmona, mientras reflexionaba yo sobre las lágrimas de Daniel Andrés. Nelly Jo es de esa personas -y quienes la conocen lo saben- que hacen de FB un sitio habitable, inteligente, reflexivo, navegable. Gracias, sí…

Y, con la alegría de mi nieto y el eco de Nelly Jo, le escribí a ella que…

Más allá de la euforia del momento, este triunfo de Mónica debería de ser la chispa de algo más incandescente, de algo más perdurable, de algo más profundo.

Que este triunfo de Mónica debería ser una gran metáfora de lo que es alinearse en comunión detrás de un gran propósito de país…

Que este triunfo de Mónica debería ser un conjuro contra lo que nos hace tener políticos corruptos, ineptos, oportunistas, deshonestos, sin carácter, incapaces de dirigir al país…

Que este triunfo de Mónica debería servir para despertar la conciencia de TODOS los puertorriqueños para vislumbrar lo que el trabajo, la voluntad, la pasión y los sueños son capaces de lograr…

En fin, que este triunfo de Mónica debería de servir para mucho más de lo que otros triunfos similares nos han servido hasta ahora…

Le dije a Nelly Jo que lo iba a poner en un blog… y aquí está.


(Esta columna fue publicada originalmente en el blog Esto es el agua… ayer viernes)

marioalegreb@estoeselagua.com

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