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La Resistencia

El verano 2020 en Estados Unidos ha comenzado. La gente toca a la puerta del gobierno para demandar cambio.

Se cumplen dos semanas de protestas multitudinarias contra el racismo, la brutalidad policial y en reclamo de una reforma en la forma de hacer cumplir la ley.

El horrendo asesinato de George Floyd ha generado un movimiento de indignación y coraje alrededor de Estados Unidos, que se ha extendido a nivel mundial.

Cómo encaminar un proceso que brinde esperanzas reales de cambio es la gran tarea.

Los extraordinarios e históricos desarrollos de los últimos días han incluido una amenaza del presidente Donald Trump para militarizar la respuesta a las protestas.

“Dominen las calles”, exhortó Trump a los gobernadores.

Su secretario de Defensa, Mark Esper, le hizo eco en una conferencia telefónica el pasado lunes, al exhortar a los gobernadores a dominar el “sitio de batalla” (battlespace).

Hora después, con el argumento de que era hora de frenar los disturbios del pasado fin de semana, el presidente Trump  avisó de su interés en invocar la ley de Insurrección de 1807 que le permitiría federalizar militarmente la respuesta al levantamiento social.

Justo después de hacer esa advertencia, el gobierno de Trump ordenó el desalojo de manifestantes pacíficos, por la fuerza y lanzando gas pimienta, que protestaban en los alrededores del parque Lafayette justo en frente de la Casa Blanca. Todo para el presidente Trump poder cruzar a pie por el parque Lafayette hasta la histórica iglesia episcopal St. John, que había sido dañada por disturbios, para una extraña sesión de fotos.

Junto a Trump posaron para las fotos el propio secretario Esper, el jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas, Mark Milley, el secretario de Justicia, William Barr, el jefe de Gabinete de la Casa Blanca, Mark Meadows, el asesor de Seguridad Nacional, Robert O’Brien y la secretaria de Prensa, Kaleigh McEnany.

Los principales medios estadounidenses reportaron que con esa sesión de fotos, el presidente Trump buscó hacerle frente a la imagen que había quedado en la opinión pública después de informarse que durante las protestas del 29 de mayo el Servicio Secreto lo llevó a un búnker de la Casa Blanca.

La amenaza de Trump de activar el Ejército para patrullar las calles generó alarmas por todos lados.

Al otro día, el secretario de Defensa buscó distanciarse del interés de Trump en militarizar las calles estadounidenses.

Pero, el daño estaba hecho.

En una fuertísima declaración, el primer secretario de Defensa de Trump, el general jubilado James Mattis, describió al inquilino de la Casa Blanca como una amenaza para la Constitución estadounidense.

“Donald Trump es el primer presidente en mi vida que no intenta unir al pueblo estadounidense, ni siquiera pretende intentarlo. En cambio, trata de dividirnos”, indicó.

Mattis agregó que las protestas han estado definidas no por los disturbios del pasado fin de semana, sino  “por decenas de miles de personas que con conciencia insisten en que estemos a la altura de nuestros valores, nuestros valores como personas y nuestros valores como nación…debemos rechazar y responsabilizar a aquellos en puestos de gobierno que se burlan de nuestra Constitución”.

Luego, el general jubilado John Kelly, quien fue jefe de Gabinete de la Casa Blanca de Trump, avivó las denuncias contra el presidente de Estados Unidos.

“Estoy de acuerdo con (Mattis)….Tenemos que mirar con más detenimiento a quien elegimos…su ética”, sostuvo Kelly, quien también fue jefe del Comando Sur.

Hubo más.

Unos 89 ex funcionarios del Pentágono firmaron una carta criticando cualquier esfuerzo de lanzar militares activos a controlar protestas.

Al expresar su respaldo a la candidatura presidencial del demócrata Joseph Biden, exvicepresidente de Estados Unidos, 55 altos militares jubilados exhortaron a convertir en votos  “los llamados al cambio” que se hacen en estos días en las calles estadounidenses.

Los veteranos de las luchas por los derechos civiles  han advertido que el movimiento social de cambio que ha arropado a Estados Unidos es más amplio, intenso y diverso que los de la década de 1960.

En septiembre de 2019, ya fuera del gobierno – por diferencias con Trump en torno a Siria-, el general Mattis rechazó haber sido el alto funcionario del gobierno que publicó un artículo de opinión anónimo en 2018, en el diario The New York Times, explicando cómo altos funcionarios eran parte de la resistencia para frenar acciones del presidente de Estados Unidos que consideraban peligrosas.

Mattis insistió además en que no era persona de esconderse en un anónimo. No soy parte de la resistencia, dijo Mattis en aquellas declaraciones de septiembre 2019.  Ahora sí lo es.

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