Blogs: Descaros

💬

Flechado por un amor imposible

 

“Estimado señor Romeo,
No sé si usted está consciente de ello, pero durante estos días han venido celebrándose en la Isla los juegos de un torneo mundial de vóleibol femenino llamado Sub20, por el mero hecho de que en el mismo compiten jugadoras de menos de 20 años de edad.
Además de Puerto Rico, han venido jugando equipos de todas partes del mundo y el torneo se ha celebrado en distintas canchas, incluyendo la Solá Bezares de Caguas.
Cagüeño de pura cepa como soy, y en vista de que me encuentro de vacaciones y liberado también de mi más reciente y espantosa como siempre relación sentimental, durante los últimos días me pasé yendo a ver los juegos que gratuitamente han ofrecido en este escenario. Y debo decir que la pasé de lo más bien, disfrutando del alegre banquete deportivo, hasta que de pronto y sin previo aviso, mis ojos quedaron capturados por una de las jugadoras de Egipto.

GetImage
Al principio no supe porqué: sí, era bonita, pero había muchas otras jugadoras tan bonitas o más que ella, quien respondía y me imagino que aún debe responder al exótico nombre de Rahma Almohandes, y quien sí era una de las mejores jugadoras de su equipo y desempeñaba esa posición cuyo nombre desconozco, pero que requiere que se pasara brincando junto a la malla y atacando el balón con furiosos zarpazos.
Pero después de observarla incesamente durante varios juegos, me di cuenta del porqué de su hechizo sobre mí. Su cara se parecía bastante a la de una antigua novia mía, en particular por esa devastadora de una sonrisa amplia y franca y unos ojos ojerosos que se mantenían siempre tristes y serios, algo que parece ser tan propio del mundo árabe.
Pero era algo que iba más allá de esto, según fui comprobando poco a poco.


Tenía ese encanto especial de ese tipo de muchachas bonitas que, cuando hacen ejercicio, descuidan por completo su apariencia y se entregan de lleno al placer de sudar y ejercitar los músculos. En su caso, llevaba el pelo recogido en un moño que terminaba en un largo rabo de mula que aleteaba de un lado hacia otro cuando ella movía la cabeza, algo que en su caso resultaba aún más pronunciado porque era una de esas personas que acostumbraba a voltear la cara por completo cada vez que miraba hacia algún lado. Parecía físicamente incapaz de mirar de reojo. O tal vez, ahora que lo pienso, estaba consciente de lo encantador que le quedaba el gesto y temprano en su vida había resuelto no privar a la humanidad de ese deleite.
El agarre del rabo de mula no evitaba, sin embargo, que constantemente fueran zafándosele de la cabeza leves tiras de cabello, razón por la cual otro de sus gestos característicos era la forma en que ella se pasaba la mano por la cabeza mientras hablaba, o mientras escuchaba a hablar a alguien, en un vano esfuerzo por mantener la cabellera bajo control.


A este gesto que no tardaba en adquirir las características de tic nervioso y que repetía aunque ni un pelo se le hubiese salido de sitio, también habría que añadirle otro: siempre se pasaba halando hacia arriba las mangas cortas de la camiseta de su uniforme, si tuviera unos bísceps demasiado desarrollados a los que necesitara liberar los bísceps para que tuvieran plena capacidad de movimiento. Aunque la realidad fuera que sus brazos eran como el resto de su persona, flacos y estilizados.
¿Qué otras maravillas puedo enumerar sobre ella? ¿Las curitas enormes que a cada rato aparecían cubriéndole rasguños en la rodilla o en el antebrazo? ¿La costumbre, cuando ya se había cansado de ejecutar todos los otros manerismos, de examinarse las uñas de las manos, como evaluando la posibilidad de cortárselas o pintárselas en esos momentos? ¿Cómo parecía pasar más tiempo que nadie teniendo que acuclillarse para amarrarse los cabetes sueltos de sus tenis? ¿Cómo, además, siempre tendía a acuclillarse de todos modos, apoyando un a mano del suelo, cada vez que el juego se interrumpía por alguna razón y había que esperar un rato antes de reanudarlo?


Después de los juegos, a menudo ella y algunas de sus compañeras subían a las gradas y acudían a comprarse en la cantina empanadillas y otras delicias boricuas por las que parecía haber desarrollado un gusto culinario muy especial. Y fue un día, ya casi acabándose el torneo, que, diciéndome que esa sería mi única oportunidad, me acerqué a ella mientras ella hacía fila y le hablé en inglés, después de haber preguntado por ahí y haberme enterado de que algunas de las egipcias dominaban ese idioma.
Pero Rahma, desafortunadamente, no era una de ellas: me miró alarmada y me soltó en su idioma una frase que me sonó tan cortante como uno de sus zarpazos junto a la malla. Entonces se volteó y me echó fresco al abanicarme la cara con su rabo de mula.
Ya, en estos días, deberá haber partido de regreso a su país, escapándose para siempre de mi vida.
¿Qué me recomienda, don Romeo? ¿Qué puede hacer este pobre hombre flechado sin remedio por un amor imposible? ¿A quién le puedo hablar? Aquí le incluyo una foto suya que encontré en internet y que me temo que no le hace demasiada justicia”.

——————————————————————————
Después de analizar concienzudamente su caso, mi amigo, le digo que entiendo perfectamente las razones por las que le ha impresionado una muchacha que parece res completamente natural tanto en su apariencia como en su forma de ser, algo bastante fuera de lo común en este mundo Kardashian en que vivimos. Solo se me ocurre recomendarle que llame o escriba a la Federación de Voleibol. Si ella es tan buena jugadora como usted dice, quizá algún equipo de la liga de aquí le interese traerla de refuerzo algún día.
Si no… aprenda a vivir de los recuerdos. Así vivimos muchos hoy en día.

Romeomareo2@gmail.com

💬Ver comentarios