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Abriendo puertas

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Jace un tiempo

Al Rescate de la Esperanza, que Anda Realenga… y hay que Atraparla

Así na mesmo, el Compay Tuto, el esposo de Tata estaba jablando en el batey con Tato, el hermano de Tito.  Tuto le dice a Tato que el mequetrefe de Tristán le había dado un sopapo al indefenso Toñín, hijo menor de Teodosio. To era por una simple cuistión, un trompo de cuerda que le pertenecía a Antulio el primo de Tristán.

Algunos jíbaros del vecindario tomaron un trecho para llegar a la fiesta del Café. El asimuto que tomaron los hacendados eran distinto al de los obreros. A ellos no les gustaba caminar entre el cañaveral, se pierden el aroma del cafeto y del cañaveral. Era un barrio donde se acostumbraba sembrar caña y café a la vez, a pesar de lo que se dice del tipo de terreno idóneo para cada siembra.

En el Campo, muchos eran los que caminaban descalzos, los pies sucios, el alma limpia. Sombrero en cabeza, pensamientos en la mente. Azada y machete sabían usar, la honradez les solía acompañar. Algunas noches, buscaban al Compadre don Pedrito para ir en busca de jueyes, linterna y saco en mano para cazar y traer luego para sus casas y ponerlos a limpiar. Le daban pedacitos de mangoes, los cuales abundaban en el Area.

Te espero en la esquina, o en la Cafetería de siempre. Cuídate!

En las tardes, algunos de los días de la semana, en el fogón de carbón se asaban los sorullos de harina no enriquecida. Quedaban como si fuera un bizcocho, por su textura y sabor. Era el mismo fogón donde se herbía la leche recién ordeñada para tomar la nata gruesa y convertirla en mantequilla de nata. La misma se le untaba a las galletas Export Soda o al viejo pedazo de pan que se tostaba un poco en una de las hornillas del fogón.

“Así es un guame”, le decía Pascasio a Anacleto cuando con una vara larga y una bolsa de tela cogía un ñame hermoso que en el palo cerca de la quebrada. Doña Pancha, siempre alerta, pidió que le trajeran uno para una viandita mezclada que quería hacer para una visita especial de la Ciudad. Era el tiempo en que se compartía mucho. Lo mío era tuyo y lo tuyo era mío. Tengo amistades y familiares los cuales han compartido conmigo viandas, frutas y palabras de elogio y aliento. Este País tiene mucha gente buena, unos pocos, actúan equivocadamente, son los menos.

El machete se usaba para labrar la tierra, no para quitar vidas. Se caminaban algunos trechos largos,  hubo quien cogió pon en una carreta de bueyes acabada de enyuntar… y se cantaba “la bueyá, la amarilla y la colorá”, antaño.

Sin largas ceremonias o complicados ritos, en antes, había tiempo para comunicarse con el Creador. Cuando en el rio, contra las piedras grandes se usaban para lavar  la ropa, la tertulia de las lavanderas era alegre, amigable. Algún secretillo se contaban, y algo del pan se compartía.

Había una vez… y dos son tres.

Prof. José Antonio Giovannetti Román   787 8561610   787 644 8818

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