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Vivir con Cáncer

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Que no sufra, que no sienta dolor, que sea durmiendo

Nuestras tertulias en la sala de infusiones son muchas y diversas. Unas son trivialidades pero otras son profundas y estremecedoras. Hace unas cuantas semanas un amigo trajo el tema del dolor y el sufrimiento del cáncer. Él me estaba hablando sobre una serie de casos terminales y el terrible dolor que experimentaban estos pacientes. Además, de una serie de situaciones propias de estas etapas crónicas.

Claro está, él me planteaba su deseo de no sufrir si llegara a esta etapa su condición. De que todo fuera rápido y sin dolor, y de la esperanza de que la muerte le llegara durmiendo y sin darse cuenta.

No era la primera vez que escuchaba estos planteamientos. Tanto de mi amigo y compañero de tratamiento, como de muchos otros más, pacientes y no pacientes de cáncer, que se aferran al mismo deseo y tienen el mismo sueño.

En todos ellos percibo una reconciliación con el desenlace, o sea, una aceptación de la muerte. Y un proceso de desapego de las cosas del mundo. Esto es, entienden que la muerte es inevitable, pero que llegue sin dolor y sin sufrimiento.

Y esto se debe a que nuestro plano físico y material es el que nos brinda la conciencia del ser. Y en esta conciencia y condición física yo vivo y habito, yo siento y padezco, yo soy. Por lo tanto, esta conciencia es conciencia de presente y es conciencia percibida por los sentidos, entonces, es conciencia de dolor, de alegría, de bienestar, de sufrimiento y de felicidad. Y al ser conciencia de ahora y de aquí, es conciencia de inmediatez, de rapidez e instantaneidad. Si experimento dolor lo sufro ahora, no hay posposición.

Y a eso le tememos, a la transición, no a la muerte. Nos asusta el cómo será el final, porque no queremos sufrir, porque no queremos dolor. “Porque la ausencia de dolor es presencia de felicidad”, una vez leí. Y cada día lo leo y lo escucho con más frecuencia, “se que tengo que morir, lo único que le pido al Señor es que no sufra”.

Aquí entra en juego nuestro plano espiritual y la parte divina de nuestra existencia, o sea, el alma. Estas estructuras espirituales nos ayuda a evolucionar y a trascender nuestro plano físico. Fortalece nuestra vida, nos llena de fe y confianza en el Creador, y expulsa de nuestro corazón el miedo y el temor. Prepara nuestro camino de transición hacia el Padre.

Tenemos que prepararnos espiritualmente, llenar el corazón de amor, expresar nuestro amor, que no hayan inconclusos, que todo gesto de amor se haya realizado y cada palabra de amor se haya dicho. Que todas las verdades se hayan encontrado y que seamos libres en el amor a los demás.

El ser humano no es simple y no es sencillo. Somos un todo que procede del Todo, somos una multiplicidad de dones y bendiciones, participamos de la divinidad del Padre y somos parte del Alma Suprema.

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