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Niñez de la frontera, niñez del mundo

Es un tiempo difícil para la niñez de este mundo. En distintas partes del globo, niños y niñas sufren terriblemente por causas que están fuera de su control.

Recientemente vimos la noticia de unos jovencitos que murieron cuando la artillería israelí disparó un misil que cayó en la playa, donde los muchachos jugaban fútbol. También hemos visto los vídeos de la gente refugiada en Irak, huyendo del conflicto entre la milicia de ISIS, los kurdos y el ejército iraquí. Ver niños y niñas durmiendo en el suelo, o en bancos de iglesias abandonadas, rompe el corazón. 

Pero quizás la imagen más cercana que tenemos del sufrimiento infantil es la crisis en el “borde” o la frontera entre los Estados Unidos y México, donde este año han llegado más de 50,000 niños y niñas que cruzan la frontera a solas, buscando refugio en el Norte.

La prensa está describiendo esta situación como un problema nuevo, ocasionado de alguna manera por la administración Obama. Pero la realidad es distinta. Esta ha sido una situación que ha afectado a la comunidad inmigrante por varias décadas.

Recuerdo que en el 2001 viajé a la ciudad de Los Fresnos, en el sur de Texas. Aparte de predicar en la Iglesia Cristiana Ebenezer, también visité las oficinas del Ministerio El Buen Samaritano. Este programa, dirigido por Feliberto Pereira, ofrece cuidado a refugiados políticos, reparte alimentos y aboga por los derechos de los inmigrantes.

Las oficinas del ministerio estaban muy cerca del centro de detención para inmigrantes indocumentados que operaba en la región. El lugar, al cual le llamaban “El Corralón”, albergaba a personas adultas. Parecía una cárcel de máxima seguridad, ya que estaba en un lugar aislado al cual solo se llegaba por carreteras rústicas cubiertas con una piedra blanca que en el sur de Texas le dicen “caliche”. 

Pero si impresionante fue ver El Corralón, más impresionante fue pasar por el edificio que albergaba a los niños indocumentados que estaban bajo la custodia de “La Migra” (en aquel entonces, Immigration and Naturalization Services o INS). El edificio, que estaba en el centro de la ciudad, parecía una escuela. Sin embargo, una mirada cautelosa delataba los barrotes en las ventanas.

Por décadas, un promedio anual de 9,000 niños y niñas han cruzado la frontera a solas, sin el acompañamiento de personas adultas. Algunos vienen a reunirse con papá o mamá, que viven en el Norte. Otros buscan hospedarse con algún familiar. Y aun otros esperan recibir ayuda de perfectos extraños.

Como la niñez inmigrante estaba tan indefensa, los oficiales de Inmigración hicieron una política casera que les daba ciertos privilegios a los pequeños. Esa política se implantó poco a poco, de manera informal, hasta que el presidente George W. Bush la plasmó en una ley del 2008, a finales de su segundo término.

Con el tiempo, los “coyotes” (como se les llama a los criminales que se dedican al negocio de llevar gente de manera ilícita a los Estados Unidos) comenzaron a explotar esa ley, convenciendo a miles de padres, madres y familiares a mandar a niños sin custodia alguna a los Estados Unidos. Claro está, los coyotes cobran miles de dólares por el tránsito de cada niño al Norte.

¿Por qué la gente se arriesga a enviar niños pequeños solos a los Estados Unidos, sabiendo que pueden ser maltratados, violados o hasta asesinados en el camino? Lo hacen con la esperanza de que sus críos puedan escapar de la pobreza y la violencia que hay en Centroamérica.

El problema es que en el pasado año más de 50,000 niños y niñas han sido detenidos en la frontera, lo que crea una situación insostenible para el Departamento de Seguridad Nacional (Homeland Security), que no tiene los recursos necesarios para procesar cada caso de manera adecuada. La oposición política ha visto una carta de triunfo en este tema. Por eso denuncian a la administración Obama por la presencia de los niños, mientras se niegan a proveer el dinero que Homeland Security necesita y a hacer los cambios necesarios para evitar que la situación continúe.

Jesús de Nazaret amaba a la niñez. Por eso reprendió a quienes maltrataban a los niños y las niñas. Marcos 10.13-14 dice:

Le presentaban niños para que los tocara, pero los discípulos reprendían a los que los presentaban. Viéndolo Jesús, se indignó y les dijo: Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis, porque de los tales es el reino de Dios. De cierto os digo que el que no reciba el reino de Dios como un niño, no entrará en él.

Visto desde una perspectiva teológica, quienes maltratan y explotan a la niñez se colocan bajo el juicio de Dios. Tanto los coyotes como los oficiales de gobierno que encierran niños y niñas en instalaciones inadecuadas, como quienes usan su situación como un balón político, deben leer estas palabras de Jesús. Sea en los Estados Unidos, en América Central, en Gaza, en Irak o en Ucrania, quienes abusan de la niñez se colocan bajo el juicio de Dios.

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El Rev. Dr. Pablo A. Jiménez es el pastor de la Iglesia Cristiana (Discípulos de Cristo) en el Barrio Espinosa de Dorado, PR. http://www.drpablojimenez.com y http://www.prediquemos.net

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