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De la visa para un sueño al pasaje de ida

Terminaba la década de los 1980 cuando explotó en la radio puertorriqueña Juan Luis Guerra y su grupo 440 con el disco “Ojalá que llueva café”.

Guerra era poco conocido en Puerto Rico en aquellos tiempos. En la radio local sólo había sonado “Guavaberry” del disco “Mientras más lo pienso…tú”, publicado en el 1987. Y la canción sólo se había difundido en emisoras dedicadas a tocar merengue.

Yo conocía un poco más de la música de Juan Luis Guerra, gracias a mi tiempo en Centroamérica. En las emisoras de música popular en Costa Rica habían sonado dos exitazos de 440. El primero fue “Ella dice”, del disco “Mudanza y acarreo”, publicado en el 1985. Y el segundo fue “Tú”, número que dio título al disco del 87.

El disco del 89 fue un tanto distinto a los demás. Guerra decidió ser el solista de la mayor parte de las canciones, abandonando las armonías que caracterizaron al grupo en sus inicios. De hecho, el nombre del primer disco del grupo 440 es “Soplando” y allí suenan como un “Manhattan Transfer” caribeño.

Empero, lo que verdaderamente sorprendió a todo el mundo fue el comentario social contenido en las dos canciones más importantes del disco. “Ojalá que llueva café” sonaba como un lamento comunitario, que recogía el clamor de un pueblo pobre, hambriento y necesitado. Y “Visa para un sueño” describía la angustia de las personas que deseaban escapar a los Estados Unidos o a Puerto Rico para mejorar la situación económica de sus familias. Para mí fue impresionante escuchar en canción lo que mis ojos habían visto: las enormes filas de personas que se agolpaban en la embajada estadounidense en Santo Domingo para solicitar visas.

Hoy, 25 años después, las condiciones en el Caribe han cambiado drásticamente. Hoy es el pueblo puertorriqueño el que se desangra, con cerca de 3000 personas que se van del país mensualmente. La diferencia es que nosotros no tenemos que solicitar una visa, pues sólo basta comprar un pasaje de ida en una aerolínea de descuentos para llegar a la Florida, que muchos ven como “tierra prometida”. A esto debemos añadir las personas que se mudan a dos lugares donde antes los puertorriqueños escaseaban: Virginia y Texas.

Lo triste es que las razones para escapar son las mismas. Uno se cansa de la corrupción, de los impuestos que suben constantemente,  de las regulaciones gubernamentales que cambian arbitrariamente, del crimen, del desempleo y el sub empleo.

Claro está, debo reconocer que existen razones válidas para emigrar, que enumeraremos en próximas columnas. Empero, también es justo reconocer que la reciente crisis ha levantado tanto temor que muchas personas están escapando del país de manera impetuosa, sin sopesar las consecuencias de sus acciones. 

Quienes se van así del país, muchas veces abandonando familias y propiedades, no comprenden que con sus acciones empobrecen más aún a nuestro pueblo. Por ejemplo, el valor de la propiedad en Puerto Rico sigue disminuyendo, gracias a las casas reposeídas que se venden por una fracción de su valor real. Esto devalúa todas las propiedades aledañas, empobreciendo a docenas de familias. Y la ausencia del padre o la madre que se va a buscar fortuna, dejando los chicos con el padre restante o algún otro familiar, causa graves heridas emocionales. 

Y quienes nos quedamos en el país tenemos que aprender a alzar nuestras voces, buscando soluciones genuinas a los graves problemas de nuestra tierra. Tenemos que dar el 100% en nuestros respectivos trabajos, mientras denunciamos la corrupción y exigimos mayor calidad en los servicios gubernamentales. No podemos seguir viviendo en un país donde el sistema de educación pública ha colapsado y donde las familias trabajadoras se ven prácticamente obligadas a tener a sus chicos en escuelas privadas.

Si no nos unimos en la búsqueda de un Puerto Rico más próspero, pronto será nuestro pueblo el que estará clamándole a la vida que llueva café. 

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El Rev. Dr. Pablo A. Jiménez es el pastor de la Iglesia Cristiana (Discípulos de Cristo) en el Barrio Espinosa de Dorado, PR. http://www.drpablojimenez.com y http://www.prediquemos.net

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