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Trump no salió derrotado en las elecciones de medio término

Los resultados de las elecciones de medio término fueron favorables para el presidente de EEUU, Donald Trump. A estas elecciones las consideraron como una evaluación del desempeño de su administración. El hecho de que los republicanos retuvieron el Senado federal y aumentaron su mayoría, es un logro. Aunque en la Cámara Baja federal los demócratas obtuvieron mayoría, por solo tres a cuatro escaños, es un escenario que permite negociar con los demócratas moderados, centristas y conservadores.

Hay victorias pírricas o victorias que en la práctica resultan derrotas. Los demócratas tendrán que negociar con Trump sin la excusa de que no tienen mayoría. Si se niegan a hacerlo, quedarán como intransigentes. El presidente de EEUU los invitó a trabajar de forma bipartidista en asuntos como la salud y la infraestructura. Son temas en los que hay viabilidad de negociación.

Cualquier intento frívolo de iniciar un proceso de residenciamiento contra la presidencia de Trump, ayudará a su reelección en el 2020. Es probable que haya congresistas demócratas que quieran iniciar investigaciones contra funcionarios y contra el mismo Trump. Armar ese tipo de controversia es como escupir contra el viento, pues en las elecciones estatales, como las gobernaciones y los escaños para el Senado federal, los republicanos salieron a votar significativamente.

Trump no se desinfló, sus eventos públicos fueron concurridos y no hubo una “ola azul” (blue wave). Los republicanos tuvieron en contra a los administradores de redes sociales, a Hollywood, a billonarios poderosos, a artistas de música pop y a otras figuras públicas que fracasaron en su intento de movilizar a los demócratas.

Presidentes demócratas, como Bill Clinton y Barack Obama, tuvieron pérdidas significativas, en ambas cámaras, en sus primeras elecciones de medio término. Trump retuvo el Senado. En la Cámara Baja tenía la desventaja de que se retiraron más congresistas republicanos que demócratas y la tendencia de reelegir a incumbentes no estaba de su lado; además, los never trumpers fueron derrotados y el estado de California fue la diferencia a favor de los demócratas. Salir de los enemigos de Trump dentro del Partido Republicano se puede considerar una ganancia irónica.

California es un estado dominado por demócratas. Es la casa de dos de las enemigas acérrimas de Trump: Nancy Pelosi y Maxine Waters. Ambas son poderosas en el Partido Demócrata. Pelosi es la favorita para presidir la Cámara Baja. La buena noticia es que no es del bando socialista democrático.

El hecho de que California tuviera contiendas cerradas que aportaron a la mínima mayoría obtenida por los demócratas, explica por qué molestó que el medio noticioso Fox News reportara que los demócratas ganaron la Cámara Baja cuando todavía los centros de votación estaban abiertos. La nueva administración de Fox News hizo daño a los republicanos al sacar del aire un anuncio de campaña de Trump y al anunciar una victoria cuando todavía no era posible trazar una tendencia. Fueron movidas poco éticas que favorecieron a los demócratas.

Sin embargo, los medios de prensa tradicionales fracasaron. El bombardeo mediático antiTrump no desmovilizó a los republicanos. Trump se muestra fuerte para una reelección en el 2020, pues los republicanos ganaron elecciones estatales; sus derrotas fueron en elecciones de distrito, que no abarcan a los electores de todo el estado.

Una de las victorias significativas fue la de Florida, por ser un estado púrpura en el cual las elecciones suelen ser cerradas. El gobernador de Puerto Rico (PR), Ricardo Rosselló, endosó a los candidatos derrotados Bill Nelson y Andrew Gillum. La prensa de PR fracasó en su promoción de estos candidatos, a pesar del bombardeo con notas de prensa y artículos de opinión dirigidos a motivar a los puertorriqueños de Florida para que votaran por los demócratas. El “voto de castigo” contra Trump no funcionó. Rick Scott será el nuevo senador federal y Ron De Santis el nuevo gobernador de Florida. Los socialistas democráticos no lograron ganar esta gobernación.

Tampoco lograron vencer a Ted Cruz en la contienda para el senado federal por Texas. Los 69 millones de dólares en campaña a favor de “Beto” O’Rourke y las tácticas, como apoyar la caravana de migrantes hondureños, no funcionaron. Los medios de prensa motivaron a los hispanos a votar en contra de Cruz, pero Texas se mantuvo en rojo.

Otro de los derrotados fue Obama. Sus endosos y eventos de campaña se quedaron cortos. No es costumbre que un expresidente participe en este tipo de campaña, pero los demócratas estaban desesperados.

La famosa presentadora de televisión y posible precandidata para presidenta de EEUU por el Partido Demócrata, Oprah Winfrey, tampoco fue exitosa. Stephen Colbert, Diddy, Beyoncé y Taylor Swift no tienen un poder real de convocatoria. Los electores americanos no son vulnerables a estos personajes de farándula.

Tampoco funcionaron las encuestas de opinión con muestras alteradas para construir una falsa idea de que los demócratas dominarían y que habría una ola azul. Las encuestas en el 2016 y en el 2018 se hicieron con muestras que excedían el porcentaje de demócratas inscritos. Encuestaron un porcentaje menor de republicanos. Por eso, no acertaron en la mayoría de los casos.

Hay razones para celebrar y para continuar con el programa de gobierno de Trump. Mantener el Senado le asegura la confirmación de jueces y funcionarios. Atacar al juez Brett Kavanaugh fue otra táctica fallida de los demócratas. En cuanto al presupuesto anual, desde la administración de Obama hay problemas para llegar a acuerdos y se recurre a la aprobación de ómnibus presupuestarios. El pasado presupuesto no fue aprobado por la mayoría republicana. Con los ómnibus se pueden hacer cambios y el presidente de EEUU puede jugar mejor con la distribución de fondos. Los demócratas no podrán aprobar leyes sin contar con el Senado y Trump podrá usar su poder de firmar órdenes ejecutivas si es necesario.

Trump se libró de muchos de sus enemigos internos, los never trumpers, lo que muestra que los electores no rechazaron al Presidente. Por otro lado, los demócratas de centro, como Nancy Pelosi, tendrán que maniobrar con los socialistas democráticos y los radicales de su partido, como Alexandria Ocasio y Maxine Waters. Ahora la presión será compartida. De todos modos, Trump lucha contra la élite washingtoniana demócrata y republicana. Su movimiento continúa viento en popa.

 

 

 

 

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