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Trump no tiene que cargar la cruz de otro

Robert Mueller III fue designado como fiscal especial del Departamento de Justicia de Estados Unidos (DOJ, por sus siglas en inglés) para investigar una supuesta intervención electoral del gobierno de Rusia en las elecciones presidenciales del 2016. Hasta la fecha no hay ninguna evidencia que justifique continuar con esta investigación. El presidente de Estados Unidos (EEUU), Donald Trump, señala que es una cacería de brujas contra cualquier persona que asocien con su campaña. Hubo movidas ilícitas e inmorales para forzar esta investigación; Trump tiene un punto válido en que hay persecución política.

Una de las personas investigadas por Mueller es el exdirector de campaña de Trump, Paul Manafort. Se le sometieron 18 cargos por supuestos delitos asociados a evasión contributiva federal y fraude bancario. A Trump no le informaron sobre esta investigación ni se le vincula con los alegados delitos. Manafort es investigado por el FBI desde años antes de que fuera director de campaña de Trump; los delitos que se le imputan no se relacionan con su rol en la campaña.

Se fuerza una narrativa falsa que persigue vincular a Trump para fines de asesinato de carácter o demonización. La prensa progresista y antiTrump no suele aclarar que el presidente de EEUU no tiene que ver con el asunto. Las notas de prensa son engañosas y suelen tener como titular, resumen o primeras líneas la mención de que Manafort fue director de campaña de Trump. Varios medios de prensa sustituyen el nombre de Manafort por el de su posición como exdirector de campaña. Es un modo de sugestionar al lector para dar la apariencia de que Trump cometió un delito.

Manafort asesoró al partido del depuesto presidente de Ucrania, Viktor Yanukovych. El juez de distrito federal T.S. Ellis III advirtió a fiscalía que en EEUU había un problema para distinguir entre los ucranianos y los rusos, por la creciente antipatía antiRusia. En otras palabras, dejó saber que había un prejuicio que afecta el juicio. Las cuentas bancarias en Ucrania de Manafort estaban relacionadas a los pagos por su servicio como asesor. No tienen que ver con el gobierno de Rusia ni con ninguna conspiración contra los EEUU.

A Manafort no se le halló culpable de diez cargos. La investigación de Mueller y el juicio realizado contra Manafort no debió vincularse en ningún momento con la investigación sobre la alegada interferencia de Rusia en las elecciones presidenciales de 2016. Es un gasto innecesario de fondos públicos. Lo que hace Mueller es usar a Manafort como chivo expiatorio por la falta de evidencia para justificar su puesto como fiscal especial del DOJ. Vinculó de modo forzado una investigación del FBI que ya estaba en curso desde antes de las elecciones presidenciales.

Si Manafort es o no culpable de los delitos que se le imputan, no es el asunto en cuestión. El jurado federal que llegó a consenso sobre ocho de los 18 cargos sometidos, no hizo referencia ni evaluó la campaña de Trump ni nada relacionado a las elecciones presidenciales de 2016.

Entre las campañas presidenciales que asesoró Manafort están las de los republicanos Gerard Ford, Ronald Reagan, George H. W. Bush y Bob Dole. Ninguna de estas campañas se asocia con los cargos sometidos contra Manafort. Tampoco la campaña de Trump. El énfasis en mencionar a Trump es pura frivolidad. La prensa peca de falta de ética periodística al forzar vínculos inexistentes, aunque lo haga a modo de sugestión.

 

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