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La campaña de Trump no coludió con Rusia

Luego de dedicar más de un año a la falsa controversia sobre un supuesto vínculo entre la campaña del presidente de Estados Unidos (EEUU), Donald Trump, y el gobierno de Rusia, un informe del Comité de Inteligencia de la Cámara de Representantes federal concluye que no hay evidencia. Una vez más, se demuestra que cuando se trata de Trump, hay una doble vara y un abuso de recursos públicos para perseguirlo y demonizarlo.

El caso del llamado Russian collusion involucró al FBI y al Departamento de Justicia federal (DOJ, por sus siglas en inglés). Desprestigió a ambas entidades gubernamentales, porque en el proceso surgió evidencia sobre vínculos de la campaña de Hillary Clinton y del Comité Nacional Demócrata (DNC, por sus siglas en inglés) con funcionarios de ambas agencias. La investigación contra la campaña de Trump inicia de modo nebuloso e, irónicamente, sirve de ejemplo sobre acciones ilegales relacionadas al proceso electoral.

Otra ironía es que se alega que Hillary está relacionada con la venta de uranio a Rusia, materia prima necesaria para la producción de armas nucleares. También, hubo un investigador británico involucrado en un esquema para investigar la campaña de Trump de modo ilícito. Las ironías llueven si consideramos que durante la administración del expresidente de EEUU, Barack Obama, se ordenó intervenir las llamadas telefónicas de Paul Manafort, exdirector de campaña de Trump, con la autorización del FBI y del DOJ. Esto fue en parte del periodo de campaña.

Mediante un proceso que le resta credibilidad a la investigación contra la campaña de Trump y que es cuestionable legalmente, el FBI y el DOJ obtuvieron una orden de un tribunal federal creado por la Ley de Vigilancia de la Inteligencia Extranjera (FISA, por sus siglas en inglés). Hubo financiación de la investigación por parte de la campaña de Hillary y del DNC, pero las agencias que solicitaron la orden no lo informaron al tribunal.

Toda esta trama sobre la supuesta injerencia rusa en las elecciones de EEUU da a entender que hay otras agendas ocultas que son la verdadera motivación para investigar la campaña de Trump. El Partido Demócrata quiere que se inicie un proceso de destitución o residenciamiento (impeachment) del Presidente. La campaña de Hillary nunca asumió la derrota. Todavía hay esfuerzos por minimizar la victoria de Trump y representarla como fraudulenta.

Llegaron al punto de demandar a la campaña de Trump, a WikiLeaks y a Rusia con el fin de obtener información mediante un procedimiento civil. Esta movida dividió a los líderes del Partido Demócrata.

“Tom” Pérez, presidente del DNC, quiere usar a los tribunales para demonizar a Trump. Nancy Pelosi, la líder de la minoría en la Cámara de Representantes federal, considera que la movida es riesgosa, porque victimiza a Trump y no cree que se obtenga nada concreto que lo perjudique. Para Pelosi, Pérez ayuda inintencionalmente a que los republicanos ganen las elecciones de medio término.

Se abusa de los recursos del FBI, del DOJ, del Congreso, del Tribunal de Vigilancia de Inteligencia Extranjera (FISC, por sus siglas en inglés) y de otros tribunales, solo para atender los caprichos e intereses de un partido político y de grupos de interés. En el proceso de realizar una cacería de brujas contra Trump, se llevaron enredadas a agencias de gobierno, a la rama ejecutiva, legislativa y judicial, dejando expuesto lo que muchos llaman el deep state o estado dentro del Estado.

El fiscal especial del DOJ, Robert Mueller, conoce cómo funciona el FBI, pues fue su director del 2001 al 2013. Sabe sobre las irregularidades en la investigación contra Trump, del mismo modo en que lo sabía el exdirector del FBI, James Comey. Parece como si su agenda fuera desviar la atención de los delitos cometidos por Hillary y por miembros del DNC, del FBI y del DOJ. La investigación contra Trump acapara toda la atención, mientras se encubren posibles delitos cometidos por funcionarios de la administración de Barack Obama. Probablemente, una vez prescriban los delitos, dejarán el asunto del Russian collusion a un lado.

La promesa de Trump de drenar el pantano, metáfora que utiliza para referirse a la corrupción en Washington, movilizó a todas las fuerzas que no quieren que se realice este trabajo. El hecho de que el DNC dedique millones de dólares en fondos para desviar la atención y atacar a Trump frívolamente, dice mucho.

Hay corrupción hasta en el esfuerzo por tapar la corrupción. La obstrucción a la justicia es la orden del día.

 

 

 

 

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