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Las cartas están puestas sobre la mesa

Kim Jong-un sigue la tradición de su padre y su abuelo, de extorsionar a los americanos y al mundo, para ganar tiempo y dinero que le permita desarrollar su programa de armamento nuclear. Juega a que negocia y cede, a que presiona y concede, pero siempre vuelve a provocar y continúa con su objetivo de desarrollar un cohete intercontinental con capacidad nuclear. En la década del noventa, el presidente de Estados Unidos (EEUU), Bill Clinton, llegó a un acuerdo nuclear con Corea del Norte que fue festejado como un logro en política exterior; resultó ser un engaño. Barack Obama hizo lo mismo durante su mandato presidencial, pero con Irán. Es de esperar que tenga el mismo resultado. No se debe negociar ni confiar en regímenes totalitarios o autoritarios que no cumplen su palabra.

La administración de Donald Trump puso presión sobre el aliado y socio comercial principal de los norcoreanos, China. Logró que el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas aprobara sanciones económicas sin el veto de Rusia ni China. Fue una votación unánime. Sin embargo, China también sabe jugar a hacerse el tonto. No es la primera vez que apoya sanciones y luego viola los acuerdos trasbastidores.

Ambos países, China y Corea del Norte, coinciden en algunos objetivos geopolíticos, como el poner en jaque a los aliados de EEUU en el Pacífico (Corea del Sur, Japón, Filipinas, entre otros) y a los territorios americanos (Guam y Hawaii). China nombró a un cohete intercontinental el Guam Killer o El asesino de Guam y Corea del Norte amenaza constantemente con atacar a la Isla americana. Es de esperar que China asista a su aliado en adelantar su agenda común. Los chinos dan la apariencia de que se oponen a la beligerancia de los norcoreanos, pero en realidad les conviene que sean ellos quienes se muestren belicosos ante los americanos.

Si fuera un juego de póker, los norcoreanos jugarían la mano a favor de los chinos, como si jugaran en pareja. Corea del Norte es el jugador que usa el bluff o aguaje para dar la apariencia de que tiene una buena mano, y así persuadir a su oponente (EEUU y aliados) a no continuar. De este modo, China gana la partida.

Ya es muy tarde para que EEUU intervenga contra Corea del Norte sin exponer la vida de sus aliados y de sus ciudadanos en el Pacífico. Cualquier error de inteligencia militar o de cálculo podría llevar a la destrucción de ciudades como Seúl, cercana a la frontera sur de Corea del Norte. Astutamente, China condicionó su neutralidad, en caso de un cese del armisticio entre las coreas, a que EEUU no ataque primero. En caso de que Corea del Norte inicie el ataque, China se comprometió a no intervenir. Es decir, los chinos ponen a EEUU en jaque forzando una movida de constricción. Su objetivo es mantener el armisticio, lograr un empate y ganar tiempo para que Corea del Norte desarrolle su programa balístico, intercontinental y nuclear.

Aunque EEUU ha perdido varias partidas, todavía le quedan recursos por apostar. Una partida es como una batalla, y la Guerra de Corea ha tenido muchas, se puede ganar y perder sin que acabe la guerra.

El exembajador de EEUU ante las Naciones Unidas durante el segundo cuatrienio de la administración de George W. Bush (2005-2006), John Bolton, recomienda que Trump no pierda el tiempo en negociaciones y procesos diplomáticos engañosos. Le indica que EEUU debe estar preparado para la alternativa militar, pues Corea del Norte y China no cumplirán con ningún acuerdo. Para Bolton, la seguridad nacional y la vida de miles de ciudadanos americanos están en juego.

Trump afirma que todas las opciones están sobre la mesa, incluso la militar. Todo parece indicar que los generales americanos, los asesores principales del Presidente y la Casa Blanca en general están listos para la acción militar. Es posible que EEUU también haya aprendido a usar el bluff; hay incertidumbre, porque cualquier movida militar supone confidencialidad.

El régimen de Kim Jong-un pone aprueba la paciencia de EEUU con sus frecuentes lanzamientos de misiles. Recientemente, lanzó un cohete intercontinental que sobrevoló el espacio aéreo de Japón. Es un mensaje claro para EEUU que comunica que Corea del Norte tiene la capacidad de atacar a Guam. También, deja saber que para Kim Jong-un Trump actuará como Obama, Bush, Clinton y los presidentes anteriores. Juega con fuego, porque cuenta con el apoyo chino y porque realmente no tiene el interés de tirar la primera piedra, sino de simular que puede hacerlo.

El problema es que confunde a los EEUU. Bolton, otros analistas y asesores se convencen de que los norcoreanos podrían iniciar un ataque en cualquier momento. Los juegos de guerra son peligrosos y pueden implicar accidentes. Por ejemplo, los fragmentos del misil que sobrevoló por Japón se dividieron en tres y cayeron cerca de zonas de embarcaciones.

No hay marcha atrás; solo queda por ver lo que las partes decidieron y las manos que jugaron. Si el resultado es más de lo mismo, no se reanudará la guerra y Corea del Norte continuará con su programa nuclear con o sin sanciones. Pero, si esta vez la suerte es distinta, esperemos que no haya errores de cálculo que lamentar. En el póker y en la guerra hay puntos ciegos que solo vemos cuando las cartas están puestas sobre la mesa.

 

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