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¡Qué bueno es estar vivo!

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Conejillo de indias

Ante la posibilidad de un cambio de medicamentos o tratamientos, muchas personas se muestran optimistas; esperanzadas en que la nueva alternativa sea sanadora, y, en casos extremos, que les permita calidad de Vida.

Sin embargo, esa no es la actitud de todos los individuos. Cualquier médico podría escribir un libro sobre las reacciones de sus pacientes impacientes en momentos como ese.

En términos personales, puedo decir que después que el médico me diga las razones, las alternativas y los posibles efectos secundarios “en el peor de los escenarios”, y que me entregue literatura, considero considerar mirarlo. Ya en casa, busco una lupa para leer la letanía de condiciones que no deben tener las personas que los vayan a usar. Leo y digiero los posibles efectos secundarios; espulgo los Google, los Bing y todos los demás buscadores electrónicos a la caza de más información, que nunca están demás.

Eso me garantiza el nombre comercial del producto y su pedigrí científico.  Además, me da una idea de los argumentos que usa el vendedor para pintárselos a los doctores como la última maravilla.

Si bien es cierto que no creo todo lo que leo, admito que he estudiado bastante sobre armas químicas, bioterrorismo, y la nefasta historia de los experimentos biológicos registrados alrededor del mundo, a través del tiempo, así como algunos de los que se han realizado en Puerto Rico. Por cierto, no aparecen todos los hechos con los puertorriqueños de todas las edades.

Ángel Antonio Pérez-Serás, mi amigo del alma, es de los que creen que hasta el agua potable está envenenada.

Para Toño -como le decimos los que lo queremos (y lo toleramos)- cada nueva alternativa es un medicamento experimental, y que tanto a él como a mí nos están usando como “conejillos de indias”.

Honestamente, no creo que sea reflejo de su lado hipocondriaco y fatalista. Creo que es válida su preocupación. Hace muchos años, un médico intentó controlarle las convulsiones combinando dos medicinas, y no funcionó. Subió 20 libras de peso y le salieron pelos en toda la cara. Incluidos los párpados, ojeras y orejas.

Con ese antecedente, es comprensible que haya acusado al pobre galeno de “asesino en potencia” y de querer convertirlo en “conejillo de Indias” a cambio de dinero. El problema fue que lo hizo a grito pela’o, y provocó que el resto de los pacientes salieron corriendo como en estampida.

“¡Yo sé de los experimentos biológicos que han creado tantas enfermedades y nos tienen como estamos! El sida es uno creado. Ya se sabe cómo. ¿Qué explicación hay para que tengamos tumores cerebrales idénticos? ¿Y los casos de cáncer en Vieques?”

Siguió preguntando sin esperar contestación.

Esta vez no neutralicé su sincope porque sé de un medicamento subcutáneo me querían administrar, y yo me negué cuando supe que provocó la muerte a la madre de una querida colega periodista.

A Toño le recetaron un aditamento que conectaría a la espina dorsal mediante una delicada cirugía. Él también se negó. Aunque sean bien intencionados y para salvar vidas… después de leer los artículos que cito, ¡Nonines! No queremos terminar como muchos conejillos de indias.

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A continuación, algunas lecturas sugeridas. Interesantes. Se las vendo al costo. No puedo releerlas. Me parten el alma y me provocan rabia de pensar que  son hechos reales.

 

http://www.bibliotecapleyades.net/ciencia/ciencia_industryweapons178.htm

http://www.bibliotecapleyades.net/ciencia/secret_projects2/bioterror.htm#Additional_Information

http://salarioconejillos.blogspot.com/

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