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¿Quieres un abracito?”

iFelizcumpleVida, Alejo!

¿En qué escuela ofrecen un curso sobre la importancia del abrazo? ¿Acaso un taller de medio día?

Me ofrezco como conferenciante que aspira a aprender, y me tomo la libertad de llevar a mi  amigo Toño en calidad de asistente. Me conviene por dos razones. Primero, porque no podría hablar de lo poco que sé, y nutrirme de lo mucho que saben otros “embracetá” con los asistentes. Pero, sobre todo, el taller sería una oportunidad de oro para que Toño baje los niveles del estrés que lo caracterizan.

¡Obvio! Se han documentado las propiedades curativas que tienen abrazos, abracitos y abrazotes, ¡sin pasar por el escarnio de la Administración Federal de Drogas y Alimentos (FDA)! Aún así, el taller se ofrecería tomando en consideración toda posible advertencia de la Organización Mundial de la Salud (OMS); del Centro del Control de Enfermedades (CDC) de Atlanta, y de epidemiólogos licenciados. No queremos que los asistentes se conviertan en vectores, ni siquiera de catarros.

Mi Taller del Abrazo iniciaría con una breve meditación de ojos cerrados para recordar abrazos especiales, y pediría una breve descripción.

Anticipo que la mayoría de los presentes compartirán recuerdos relacionados al abrazo de las madres, que impregnado a ese olor particular que la industria perfumera jamás podrá replicar, incluye un calorcito especial. Curiosamente, esa misma versión está disponible en las madres adoptivas.

Contiene un elemento que aparece también en los abrazos de los padres: el pecho se abre grande-grande y acomoda en perfecta armonía el cuerpo del hijo. Son abrazos de refugio y protección. La sensación persiste aún cuando pasan los años y aquellos padres jóvenes, fuertes, activos y saludables se transforman en viejitos frágiles necesitados del refugio y protección que ya les pueden ofrecer los hijos.

Hablando de viejitos, me siento en la obligación de incluir los abrazos de los abuelos. También llegan con aromas particulares como el de jabones difíciles de encontrar: Old Spice, Maja de Miurgia, Agua de Violetas, leña de fogón, hoja de tabaco, alcoholado. Esos saben a delicias prohibidas por los padres, y llegan con tongoneos de lujo. Los abrazos de tíos y padrinos aplican. Igualmente los de hermanos y primos traviesos y mocosos, así como los de los primeros maestros.

Nótese, que ni Toño ni yo vamos a facturar por el taller, que se ofrecerá voluntaria y gratuitamente; sin auspicios de las empresas distribuidoras de hand sanitizers, perfumerías, ni lavanderías industriales.

Toño explicará cómo se las ingenió para abrazar a sus amigos cuando el brazo izquierdo se fue de huelga durante los meses que tuvo hemiplegia. El pillín le pedía a las personas que se le acercaran y los atrapaba levantando la mano izquierda con la derecha. Para dar el abrazo apretado, se halaba el brazo izquierdo con toda la fuerza de la mano derecha.

Daba la impresión de asfixiar al “abrazado”. Le sugerí moderación, no fuera que la persona cayera al suelo por la falta de oxigenación.

Entre los dos haremos la caracterización de lo que sucede cuando alguien intenta abrazar a una persona en silla de ruedas sin advertir que hay que ajustar los frenos.

En esta zona del planeta, los abrazos más comunes se dan del lado derecho al lado derecho.

Sin embargo, hace algunos años aprendí de un gran amigo dominicano que el cuerpo y el alma necesitan abrazos “de corazón a corazón”.

Las instrucciones son sencillas: acercarnos despacito del lado izquierdo de nuestro pecho, al lado izquierdo del pecho  de la otra persona. Las primeras veces, se debe hacer mirando a los ojos a la otra persona para evitar “abrazos-fractura- narices”. El encanto de este abrazo está en que cada quien sienta los latidos de la otra persona.

Dicen que Dios nos puso el amor en el corazón. Los libros dicen que en el cerebro. Yo creo que está donde no se ve: en el Alma, en el Espíritu. Sea como sea, mientras se dilucida la polémica, y en lo que nos acostumbramos a hacer los abrazos “de-cora” (de corazón) al ritmo de los latidos del órgano vital donde dicen que concentra el amor, vamos a practicarlos hasta perfeccionarlos.

Practicaremos los Suavecitos y Apreta’os, según el caso. Los Intensos, Fuertes y Energizantes. Los Esperanzadores. Los Abrazos Gordos, como dicen mis amigos mexicanos. Los de celebración. Los Solidarios. Los Reconfortantes. Los Iridiscentes. Los Sanadores. Los Agradecidos. Los Alegres. Los Amorosos, y hasta los Desinhibidos.

Asignación:practicar, practicar, practicar… pero con cautela, decoro y respeto. Nunca usar los abrazos con intención de manipulación. Ya ese ejemplo lo dio uno de los hijos de Toño tras un sofocón que le provocó al padre y le dijo: “Papito, ¿quieres un abracito?”

Por supuesto, el enano de cuatro años logró evadir el regaño con un Abrazote de Cuello, Pegajoso y Ensucia Camisas.

¡Qué ricos esos abracitos también! Hoy, invito a Abrazos de Corazón.

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