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Lo escucho y veo cada día

Lo escucho y veo cada día al amanecer y atardecer. También en días feriados y fines de semana. El helicóptero de las compañías de electricidad que tienen su campamento en el área de Caguas cerca del barrio donde vivo. Por esa ruta tránsito  a diario y de alguna forma me he hecho parte de la vida de los que viven en los Emergency Housing, como están rotulados los vagones donde duermen los trabajadores de las compañías. Los mismos que cada mañana salen en los camiones y el helicóptero hacia diversos lugares en la prometida gestión de alumbrar el país.

Al igual que ellos cada día visito diversos pueblos en nuestro proyecto de talleres de manejo de emociones post María desde donde estamos acompañando a las comunidades a ocho meses del huracán.

El helicóptero me recuerda cada mañana que nuestro país sigue en recuperación. Me ayuda a preparar mi corazón para las historias que sigo escuchando, pues en cada taller que ofrecemos llegan personas sin electricidad, sin techo, sin esperanzas. Personas que traen en su piel y corazón la marca de María y las heridas que aún no sanan. Personas de todos los niveles sociales, profesiones y experiencia de vida que llevan la huella de este ciclón del que estaremos hablando por mucho tiempo.

Hay días que  revivo la experiencia del huracán al escuchar el helicóptero sobrevolando mi vecindario. Recuerdo aquellos días y noches donde los escuchaba cuando no teníamos idea de la magnitud del caos que nos dejó María. Hay mucho por hacer para lograr nuestra recuperación. Sin embargo, en medio de las grandes pérdidas vividas -que incluyen casas, techos, muebles pero también lo más valioso, las vidas de seres queridos- la gente tiene mucha fe.

El otro día un joven nos narraba la fuerte impresión que vivió al ver perros, peces y aves muertas en la carretera cuando logró salir de su casa. Muchos niños y jóvenes de Punta Santiago, Humacao  sufren la perdida de sus mascotas como caballos, gallos y otras aves. Otro adolescente nos hablaba en su dibujo de arte terapia  sobre la luna, que es lo único que los alumbra en las noches a ocho meses del huracán. Dos hermanitos de un pueblo del centro del país narraban como vivieron junto a su abuela la perdida de la casa y varios días después del huracán su papá fue asesinado en medio de un carjaking.

En cada taller compruebo que todos hemos experimentado pérdidas con el paso de María por Puerto Rico. Aunque no todos sufrimos pérdidas de seres queridos o materiales, todos vivimos el fuerte estrés de ver el país destruido y nos ha tocado aprender a vivir en una nueva realidad.

Medir la magnitud del impacto material ha sido difícil y todavía será más difícil medir y subsanar el impacto emocional que llevaremos por mucho tiempo en nuestras vidas. Hoy reconozco la importante labor que realizan en el país muchos profesionales y organizaciones sin fines de lucro como PECES, Nacer y otras que siguen ayudando a las personas a superar este trauma histórico.

Mi exhortación a nuestro pueblo es que procuremos participar de experiencias que nos sigan ayudando a ventilar y canalizar las muchas emociones que aún nos embargan. Espacios que nos permitan fortalecer el interior y conectar con nuestra resiliencia. Para estos fines los Centros Sor Isolina Ferré junto a Ford Fund han creado el Centro de Movilidad Social  donde en colaboración con iglesias y grupos comunitarios estamos ofreciendo una serie de talleres en los  municipios del área centro y sur del país.

Para información sobre  los talleres libres de costo puedes visitar  nuestra página web o en Facebook Instituto para el Desarrollo Humano a Plenitud.

https://www.crecimientoaplenitud.org/single-post/2018/05/14/Talleres-Manejando-las-emociones-tras-el-paso-del-huracán-María

La autora es Trabajadora Social certificada en las técnicas de Focusing y Directora del Instituto para el Desarrollo Humano a Plenitud de los Centros Sor Isolina Ferré Inc.

lortiz@csifpr.org

 

 

 

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