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Mis héroes

Hoy amanecí pensando en la neurosis nuestra de cada día. No me refiero a la clínica, sino a esa definición que hace unos años me ofreció un amigo al observar las conductas de la gente a su alrededor. El decía: “la neurosis es la falta de alegría ante el cotidiano vivir”. “Neurosis es cuando se deja de ver lo positivo y solo conectamos con lo negativo que nos rodea”.

En esa neurosis, creo que ha caído gran parte de la población de nuestro país y nos dedicamos a alimentarla diariamente en las conversaciones, en lo que vemos y leemos. Ciertamente vivimos en un mundo que ha perdido el rumbo en muchos ámbitos, atrapados en sistemas y estructuras de inequidad y corrupción que a todos nos afectan. Estoy totalmente de acuerdo que hay que seguir denunciando el descalabro al que ha llegado nuestro mundo. Hay que denunciarlo y seguir concretando acciones que provoquen cambios.

Pero no puedo estar de acuerdo en que la postura sea la derrota permanente. El sentimiento de que esto se “jo” y no hay nada más que hacer. Llevo 27 años por elección en una organización donde a diario tocamos el dolor humano y la secuela del descalabro social y económico del país. Si me dejara llevar por las historias de vida que acompañamos donde hay dolor, pobreza, maltrato, exclusión del sistema y falta de oportunidades tendría miles de razones para acuñar la neurosis.

No puedo dejar que me invada ese estado que solo conduce a enfermedades del cuerpo y de la mente. Cuento con varios héroes  que me ofrecen lecciones profundas de cómo hay que afrontar la vida en medio de la adversidad. Todos ellos tienen en común la sonrisa que muestran en sus rostros, la alegría genuina por estar vivos. También son seres que hacen de cada día un tiempo para edificar. Se reconocen seres valiosos creados con talentos que ponen al servicio de los demás.

Otra cualidad que veo en ellos es la capacidad de iniciar cualquier diálogo, reunión o actividad nombrando lo positivo que a su paso se encuentran. Logran ver y resaltar lo que muchos no ven, esos pequeños signos de esperanza que se van abriendo paso. Así mismo son guerreros incasables en causas y proyectos donde ponen su granito de arena para mejorar el mundo.

A diario acompaño personas y familias de comunidades en desventaja. Gente que pasa la zarza  y el guayacan para abrir caminos. También coexisto con personas de otros países que han tenido que emigrar para buscar nuevas oportunidades, y con otras que quedándose en su tierra trabajan por mejorar las condiciones de injusticia que laceran la vida de sus pueblos. Ellos también son maestros de la resiliencia y la creatividad que provoca cambios.

Con estos mis héroes (hombres, mujeres, niños, ancianos) he aprendido a ver lo pequeño, lo sencillo que ocurre a cada momento. Como el compartir alimentos y apoyo que se da a manos llenas en el caserío. El empresario  que con gran trabajo se ha abierto un rumbo y hoy apoya causas para ayudar en el desarrollo humano. La señora pobre –así se describe- que padece bipolaridad y escribió un libro que logró publicar, o el padre de familia que perdió todo y desde un carrito de hot dog en una esquina de San Juan los sostiene dignamente.

Dos miradas, dos cristales. Yo escojo quedarme con la mirada de la esperanza, seguir trabajando por mi patria y seguir encontrando en mis héroes las razones para proclamar lo bueno que sigue y seguirá pasando cada día.

 

(La autora es Trabajadora Social y  Directora del Instituto para el Desarrollo Humano a Plenitud de los Centros Sor Isolina Ferré, empresa social que se dedica a la sanación interior  y la formación humana. Durante los días 22 al 25 de octubre se ofrecerá el taller Creciendo desde el Propio Manantial para información llamar 787-375-7854)

https://www.facebook.com/InstitutoParaElDesarrolloHumanoAPlenitud

lortiz@csifpr.org

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