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La nacionalidad obliga

La “mano que se mueve” a veces escribe pensamientos no pensados que surgen del subconsciente. Así me pasó en la columna que dedique a las hazañas de David Bernier como secretario de estado explicándolas a base de urgencias que inspiraron su comportamiento y éxitos logrados en la presidencia de nuestro Comité Olímpico. Y la destaco enseguida: NADA OBLIGA MÁS A UN PUEBLO QUE SU NACIONALIDAD.

En Puerto Rico nacen miles de nacionales todos los años  y en plena niñez hablan el español para entender y entenderse con la circunstancia que los rodea y eso incluye lo que comen y  comparten de humanidad y naturaleza, tanto en el hogar como en la calle, escuela y dondequiera que haya grupos.

Son niños y niñas puertorriqueños.

Cualquier mensaje que tienda a desmentir  esa verdad que es natural y cultural atenta contra su inteligencia y pretende desmerecer una personalidad que vale igual que la de cualquier otro ser humano no importa donde haya nacido o pueda desarrollarse.

Negarle a ese niño o niña la posibilidad de ampliar sus saberes y entendimientos desde la perspectiva de su nacionalidad puertorriqueña es un crimen porque, aunque no significa agresión y desmembramiento físico, sugiere castración intelectual y espiritual. Partiendo del 25 de julio de 1898 lo que entró por Guánica no fue la democracia y la libertad sino  un poder imperial que, inmediatamente,  formalizó un regimen colonial que, no solamente nos privaba de auto determinarnos sino que también nos agredía económica y culturalmente.

No se puede invocar el poltikon de Aristóteles y el yo circunstancial de Ortega y Gasset para justificar las teorías políticas de Muñoz Marín y las mentiras que institucionalizó con un pacto fatulo y una constitución anti nacional y adulterada. Todo ello con el fin de establecer el falso piso del Estado Libre Asociado, tan perfectamente definido por el más común de los sentidos como ni estado, ni libre ni asociado. Esa apología del colonialismo la hizo José Arsenio Torres en Radio Isla el miércoles por la mañana demostrando una fisura en su prestigio de sabio.

Hay que ser intelectualmente deshonesto para concluir que Puerto Rico y el puertorriqueño no sirven para ser libres por razones circunstanciales. Y recordar las palabras de Luis Muñoz Marín: “ la independencia es un ideal noble y digno PERO los puertorriqueños NO LA QUIEREN”. Y ¿qué es lo que quieren los puertorriqueños?  ¿La colonia?  ¿Otro plebiscito? Salpica la demagogia que nos ha quebrado..

La Junta de Gobierno del Partido Popular presidida por Alejandro García Padilla y dirigida por Rafael Hernández Colón aprobó aprovechar los 2.5 millones de dólares ofrecidos por Barack Obama y celebrar otra consulta de status partiendo de la premisa que el Congreso Federal lo avala. Por los ‘cabellos’  presumen que se  obliga a los Estados Unidos acatar la voluntad de la mayoría en esa votación. MENTIRA. Para cerciorarse bastaría preguntarle a Mr. Holder si de ganar la Estadidad esa consulta se procedería al trámite de ingresar a Puerto Rico en la Unión Federada como el Estado 51.

La mayoría de los congresistas ni sabe de Puerto Rico ni les interesa saber por lo que los anexionistas siguen con su ciudadanía ‘americana’ de segunda clase  a cuestas soportando el desaire de la indiferencia.

Los soberanistas que perdieron 22 a 4 al oponerse al proyecto plebiscitario de los inmovilistas chocaron con la triste realidad de saberse pura minoría. Tarde o temprano entenderán la más fundamental de las premisas: LA CIUDADANÍA AMERICANA del puertorriqueño  imposibilita sus anhelos de soberanía para Puerto Rico matando cualquiera variante de una LIBRE ASOCIACIÓN. Siendo asi ¿para que serviría una asamblea de status?

Para nada. 

Los que atesoran su ciudadanía yanki se llenan la boca  calificando al nacionalismo puertorriqueño como algo insignificante y hasta peligroso para la paz y progreso de nuestra patria.  Estos desnacioanalizados y colonizados también,  responden a intereses privados que quieren conservar y acrecentar. Son muchos los que han vivido y viven bien en la colonia.

Cuando en un arranque patriótico Alejandro manda pa’l infierno a los Moody’s et al utilizando la puya de que “al que se baja mucho, se le ve… emuló el famoso “don’t push it” de Rosselló. La nacionalidad obliga.  

Podrán estar hablando de leyes de cabotaje, voto presidencial, cláusula territorial, pacto fatulo y libre asociación pero en el fondo de este caño político hay una ciudadanía ‘americana’ que NIEGA nuestra nacionalidad al extremo de que no permite a los puertorriqueños hacernos de una personalidad  internacional con ciudadanía propia libre del carimbo que nos identifica con el estigma de la inferioridad. Y por eso Puerto Rico está en quiebra; tanto económica como moral.

‘La ciudadanía ‘americana’ del puertorriqueño lo castra políticamente, lo degrada moralmente y achica su intelecto y los horizontes donde podamos ser todo lo que podemos ser. 

Y todos los años en Puerto Rico nacen miles de nacionales puertorriqueños. Eso vale.

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