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Nocaut al sector de restaurantes

A más de 80 días de María, más de la mitad de los restaurantes que operan en Puerto Rico permanecen cerrados. Una industria responsable por 65,000 empleos y que genera sobre $4,000 millones a la economía local, está siendo golpeada por el apagón y lentamente asesinada por la incapacidad de las autoridades de levantar la red de energía eléctrica.

El miércoles pasado, realizamos una mesa redonda con líderes del sector de restaurantes en la isla, quienes revelaron los malabares que han tenido que hacer y que siguen adoptando, no solo para “prender” sus negocios, sino para reparar sus instalaciones, conseguir suministros, recuperar su fuerza laboral y manejar los costos operacionales.

Ciertamente, el sector de restaurantes no es el único que ha sufrido la tragedia que ha venido tras el paso de los huracanes Irma y María. Sin embargo, es uno de los sectores en que más palpable se hacen los daños.

Tal vez porque muchos de los que trabajamos sin parar tras el huracán, antes de llegar a nuestras casas sin luz, buscábamos qué restaurante estaba abierto. En ocasiones, incluso, nos quedamos sin comer, porque la mayoría de ellos no estaban energizados, y los que tenían planta estaban arropados por filas kilométricas que parecían no tener fin.

Como verán en este artículo de nuestra revista Negocios, los ejecutivos y empresarios que forman parte de la Asociación de Restaurantes (Asore), cuentan cómo se ha transformado el sector y lo que de cara al futuro debería considerarse para que la industria realmente se pueda levantar.

Los reclamos del sector no deben caer en oídos sordos, sobre todo porque muchos son pequeños y medianos comerciantes. Las famosas pymes, a las que los gobiernos prometen fomentar cuatrienio tras cuatrienio, son las más vulnerables y las que en mayor riesgo están de no volver a abrir.

Esto, porque a diferencia de grandes cadenas, los pequeños no tienen un gran cojín de efectivo para aguantar 80 días sin servicio eléctrico. Su fuerza laboral se está yendo para Estados Unidos, pues tiene que comer y no puede esperar 80 días, ni mucho menos seis meses para regresar a su empleo.

Además, muchos de los negocios que ya están operando lo hacen a fuerza de planta y diésel, lo que les ha disparado sus costos operacionales sobre un 40%.
A 80 días de María, ya no se le puede seguir echando la culpa al fatídico ciclón. Es hora de asumir responsabilidad y trabajar para encender al país.

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