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“Ciégalo, Toño”

El estado de nuestras carreteras, sobre todo después del paso del huracán María, es lamentable y peligroso, como ha reconocido el propio Departamento de Transportación y Obras Públicas.

El gobierno ha estimado en $3,000 millones el costo de reparar las vías públicas en el plazo de tres años y para ello ha pedido que se destinen a esos fines parte de los fondos federales asignados para la recuperación de la infraestructura.

Cuando hablamos del mal estado de las carreteras, casi siempre pensamos en los semáforos dañados y en los hoyos que se han convertido en una pesadilla constante para todo el que transita por la Isla.

Pero debemos tener en cuenta que la falta de alumbrado público, que se agravó por los destrozos a la infraestructura eléctrica que provocó el huracán, continúa siendo un problema muy serio.

Transitar de noche por una carretera en mal estado y sin alumbrado público adecuado aumenta el peligro porque las luces de los vehículos, sobre todo si son de halógeno como las que utilizan muchos modelos nuevos, provocan lo que un oftalmólogo de la capital me describió hace poco como deslumbramiento. Como lo que provocaban las linternas encendidas de los buscadores de jueyes en aquel recordado comercial del “ciégalo, Toño”. ¿Se acuerdan?

El deslumbramiento ocurre cuando un conductor es literalmente cegado por las luces de vehículos que transitan de frente, provocando una situación de peligro inminente.

En días pasados, justo después de oscurecer, una persona cercana chocó su auto contra un árbol a un costado de una avenida de Ponce al ser deslumbrado por otro vehículo, con luces de halógeno, que transitaba en dirección contraria. La víctima sufrió la rotura de la nariz y su vehículo fue declarado pérdida total. El conductor del otro auto ni siquiera se enteró de lo que había provocado.

Si las luces tradicionales de los vehículos de motor son capaces de cegar al conductor que transita en dirección contraria por una carretera oscura, imaginemos lo que hacen las novedosas luces de halógeno.

En carreteras iluminadas, seguramente esas luces mejoran la visibilidad y aumentan la seguridad. Pero aquí, en carreteras oscuras o mal iluminadas, pueden convertirse en armas letales.

El DTOP y la Autoridad de Carreteras deben tomar conciencia de este factor y proveer iluminación adecuada en las vías públicas, una medida tan importante como la reparación de los hoyos y el buen funcionamiento de los semáforos.

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