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El futuro de una candidata independiente

Tras su impresionante demostración electoral del martes, los candidatos independientes a la gobernación, Alexandra Lúgaro y Manuel Cidre, tienen que decidir ahora cómo van a canalizar esa fuerza.
Entre ambos, Lúgaro y Cidre consiguieron casi el 17% del voto y, con ello, no solo dejaron sin franquicia electoral a los partidos Independentista Puertorriqueño y del Pueblo Trabajador sino que impidieron el triunfo del Partido Popular Democrático.
Contrario a las encuestas, que colocaban al candidato penepé Ricardo Rosselló cómodamente en la delantera por 8%, su contrincante popular David Bernier al final logró reducir esa ventaja a poco menos de 3%, lo que refleja que podría haber ganado si los independientes no hubieran hecho tan buena demostración.
Ya habíamos señalado que las candidaturas independientes a la gobernación denotaban una gran dosis de arrogancia. De hecho, al analizar su demostración electoralen la noche del martes, Lúgaro llegó a decir que ella era la tercera fuerza política del País, detrás del Partido Nuevo Progresista y del PPD.
Si así fuera, estaríamos ante dos partidos mayoritarios fuertes, representado cada uno por un equipo de hombres y mujeres con rostros, y una “tercera fuerza” no ideológica representada por Lúgaro y nadie más.
Por esa “tercera fuerza” votaron el martes más de 170,000 electores en la papeleta estatal, muchos de los cuales seguramente también votaron por candidatos de los partidos políticos postulados en las papeletas legislativa y municipal.
Algunos analistas atribuyen la gran demostración de Lúgaro a su arraigo entre los votantes jóvenes, tradicionalmente reacios a acudir a las urnas, mientras que otros dicen que fue un voto de protesta contra el “establishment”, representado tanto por el PNP como por el PPD.
¿Porqué entonces no votar por el PIP, o por el PPT, partidos ideológicos que por su naturaleza deberían atraer a los electores jóvenes?
En el caso de Cidre, un empresario con méritos propios por su liderato en el campo de los negocios, podríamos entender que obtuviera el respaldo de muchos pares, además de que se montó en la ola de Lúgaro, para conseguir los cerca de 90,000 votos que recibió.
Pero, ¿cuáles son los méritos de Lúgaro? Saltó a la luz pública como participante en un jugoso contrato con el Departamento de Educación y, de la noche a la mañana, irrumpió en la política con un extraordinario aprovechamiento de las redes sociales, tan populares entre los jóvenes, para difundir un mensaje crítico pero ausente de propuestas específicas.
Y ahora, ¿qué? Mantenerse como la “tercera fuerza” en la que se autoproclamó le va a ser difícil sin una organización que la respalde. Pero organizarse como tal le va a representar perder el atractivo de su actual independencia e incluso diluir el voto popular, penepé e independentista que la apoyó el martes.
Ese es el dilema que tendrá que resolver.

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