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El paréntesis de Gigi

Hago un paréntesis para atender y discutir el  caso de la extenista Gigi Fernández y su decisión de jugar por Estados Unidos en las Olimpiadas de 1992 en Barcelona, donde ganó medalla de oro en dobles emparejada con la dominicana nacionalizada estadounidense Mary Jo Fernández.

Desde que asumí la presidencia de la Federación Puertorriqueña de Tenis en 1966, tras sustituir a Héctor Monagas, me fije la meta de que Puerto Rico tuviera un equipo de Copa Davis. Para lograrlo, necesitaba el apoyo de las estrella boricuas en ese deporte, y Gigi Fernández era una de ellas. La Puerto Rico Tennis Association (PRTA) era una filial de la USTA y tenía bajo su control las mejores raquetas boricuas, empezando por Charlie Pasarell. Siendo un apéndice de la USTA, a la PRTA no les interesaba para nada que Puerto Rico compitiera en la Copa Davis, donde lo haría como nación separada.

La hija de Tuto Fernández y Beatriz Ferrer fue una de las mejores jugadoras de dobles en el deporte del tenis. Eso que conste.

Que conste también que aprendió y se desarrolló como tenista de calibre mundialista en su única patria: Puerto Rico. Su padre jugaba al tenis con pasión, y se ocupó de brindarle a su hija la oportunidad de que la enseñaran los mejores maestros de este deporte disponibles en Puerto Rico. Y hasta le hizo un cancha en el patio de su casa en Isla Verde.

Ya a los 12 años, se perfilaba como una excelente jugadora de tenis, muy especialmente en la modalidad de dobles. De ser un niña menuda, pasó en su adolescencia a ser una mujer de buena estatura y alguna corpulencia. Así pues, Gigi se convirtió enseguida en una mimada de los medios y hasta fue nuestra abanderada en unos Juegos Panamericanos.

No era muy atlética, pero al comenzar a jugar para su universidad en el tenis intercolegial de los Estados Unidos, se sometió a un fuerte entrenamiento y mejoró su físico al extremo que fue exitosa en esa liga. A Gigi nunca le faltó dinero para ser lo que quería ser y optó por competir en el Tenis Profesional.

Aunque tuvo algunos triunfos en sencillos, la verdad es que donde alcanzó los máximos honores a nivel mundial fue en la modalidad de dobles. Y representó a Puerto Rico en competencias regionales ganando dos medallas de plata en los Panamericanos de Caracas.

Ya es inevitable en este paréntesis compararla con nuestra medallista de oro en las Olimpiadas de Rio de Janeiro: Mónica Puig Marchán.

Mónica no tiene defectos en sus golpes de “forehand” y “backhand”, dándole durísimo y con precisión a la pelota. El “backhand” de Gigi era excelente, pero en el “forehand” su golpe no comparaba con el de Mónica. En la malla, Gigi era mejor que Mónica, y era por eso que las mejores raquetas del mundo la buscaban como pareja. Tanto así que surgió la oportunidad de jugar en la Olimpiada de Barcelona 1992, y aunque pudo haberlo hecho representando a Puerto Rico en sencillos y dobles, fue inducida a que lo hiciera por los Estados Unidos teniendo de pareja a Mary Jo Fernandez, que competía por esa nación.

La carta que aparece en la prensa donde ella condiciona representar a Puerto Rico en Barcelona, habla de unos auspicios que totalizaban $50,000 por tres años. Y claro por Estados Unidos solo jugaría dobles porque no cualificaba para jugar sencillos por esa nación. No voy a negar ese reclamo económico, pero tengo la impresión que Gigi quería ganar una medalla de oro en esos Juegos Olímpicos y fue eso lo que determinó su decisión. Y en las Olimpiadas de Atlanta de 1966, volvió a cargar con el oro en dobles junto a Mary Jo en representación de los Estados Unidos.

Cuando Gigi decidió jugar por esa nación en 1992, dije que “no basta con poder representar a Puerto Rico hay que querer representarlo”. Obviamente, Mónica Puig siempre ha demostrado querer representar a Borinquén, y al lograr el oro en Río, se convirtió en una heroína nacional.

Gigi logró sus medallas de oro en el uniforme del Tío Sam, y sus méritos y logros los aplaudimos, pero al no hacerlo por su patria, tiene que conformarse con el oro y la gloria y fama que eso conlleva. En el podio donde un pueblo encumbra a sus héroes nacionales, el sitial de honor lo ocupa Mónica Puig.

Dejémoslo ahí.

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