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La decisión más difícil del boxeo

 

A través de la historia, el boxeo ha estado lleno de grandes campeones que han rehusado retirarse pese a que resulta evidente que han perdido las condiciones que les llevaron al estrellato, están recibiendo un castigo excesivo y ya no ganan por pelear ni una fracción de las bolsas que obtenían en sus momentos de máximo esplendor.
El mes pasado, por ejemplo, Roy Jones, Jr., quien en determinado momento fue considerado el mejor peleador del mundo y ganó títulos en cuatro divisiones distintas, desde la mediana hasta la pesada, finalmente anunció su retiro a la edad de 49 años luego de derrotar por decisión a Scott Sigmon en Pensacola, Florida, su ciudad natal.
Ya para entonces llevaba casi una década haciendo peleas de escasa importancia, habiendo disputado un cetro mundial legítimo por última vez nada menos que en 2004, cuando fue noqueado por Glen Johnson en 2004 al optar por el cetro semipesado de la FIB.

 

¿La razón? El siempre decía que era su amor al boxeo. Sin duda no parecٕía que era impulsado por la necesidad económica, puesto que tenía su propia compañía promotora y su trabajo como comentarista en las peleas de HBO.
Algo parecido pasó con Evander Holyfield, quien luego de haber ganado millones a raudales como campeón crucero y pesado, se mantuvo activo hasta los 48 años.
A Evander, al igual que ocurría con Roy, tanto sectores de la prensa como de de los organismos boxísticos, trataron de convencerlo de que se retirara, no tan solo para que no siguiera empeñando su legado, como para que no siguiera sufriendo el castigo que, en su caso, resultaba evidente que, incluso, le dificultaba el habla.
Pero en el boxeo es imposible obligar a que nadie se retire, a menos que el peleador falle alguno de los exámenes médicos que se le exigen para renovarle su licencia.
E incluso si hay evidencia médica y a un peleador le niegan la licencia de la jurisdicción en que reside, ya sea en Estados Unidos o Puerto Rico, donde existe un acuerdo de reciprocidad según el cual ninguna otra comisión estatal procederá a otorgársela, en teoría un peleador de renombre puede seguir su carrera cuánto quiera aprovechándose de países que no tengan reglamentos tan exigentes en ese sentido.

 

Ese fue el caso del noqueador venezolano Edwin Valero, quien, antes de su desgraciado final cuando fue arrestado por el asesinato de su esposa y murió ahorcado en su celda poco después, se hizo célebre por haber hecho casi la totalidad de su carrera fuera de los Estados Unidos debido a que se le había hallado en el cerebro los trazos de un coágulo sufrido en un accidente motociclístico y las comisiones estadounidenses se abstenían de licenciar a los peleadores que tenían ese tipo de lesión.
En Puerto Rico, yo recuerdo el caso de Alfredo ‘El Salsero’ Escalera, el legendario excampeón peso ligero que en 1983 tuvo que suspender su ‘comeback’ cuando estaba a punto de disputar el cetro de las 140 libras cuando sufrió un desprendimiento de retina y, pese a sus deseos de continuar, la comisión local le negó la licencia.
Ahora, naturalmente, nos toca el caso de Juanma López, quien el sábado 3 de marzo, ensangrentado y vapuleado, cayó noqueado en el duodécimo asalto ante Jayson Vélez, sufriendo así su sexta derrota por nocaut en las últimas 11 salidas.

 

A pesar de que tanto su exmanejador y entrenador, Orlando Piñero, el presidente de la Comisión Víctor ‘Luvi’ Calleja y numerosas figuras del deporte le recomendaron el retiro, Juanma, un glorioso excampeón mundial de las 122 y 126 libras, emitió luego una declaración de prensa en la que insistía que había “Juanma para rato” e indirectamente explicaba que necesitaba hacerlo para mantener a su familia.
Lo que me hace recordar cuando el Dr. Ferdie Pacheco, el médico personal de Muhammad Ali, le recomendó que se retirara en 1977 y, en un intento de presionarlo a que lo hiciera, optó por no trabajar más con él.
Que conste, lo hizo después de una victoria de Ali: ante Earnie Shavers.
Ali hizo otras cuatro peleas, perdiendo tres de ellas, lo cual pudo haber contribuido a su posterior deterioro fisico.
¿Puede impedirle la Comisión ni nadie que vuelva a pelear Juanma, un hombre de apenas 34 años si este logra pasar sin problemas los requerimientos médicos?
Probablemente no.
En ese caso, tal vez la única esperanza para aquellos que están convencidos de que de todos modos Juanma no debe volver a pelear, por su propio bien, es que no aparezca ningַún promotor que esté dispuesto a dejar que él siga exponiendo su vida.

 

 

El autor formó parte de la redacción deportiva de El Nuevo Día de 1981 a 2008 y es el autor de San-Tito, sobre la carrera de Tito Trinidad y de la novela El último kamikaze, ganadora del certamen del Instituto de Cultura Puertorriqueña en 2016.
(ceuyoyi@hotmail.com).
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