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Más sabe el diablo por Hopkins

Confieso que en estos últimos tiempos, cada vez que me siento a ver una nueva pelea de Bernard Hopkins lo hago previendo que, por fin, va a sufrir la debacle total.

Mi razonamiento es que por muy sobrenatural que sea, un boxeador de 48 o 49 años ya está más que listo para sufrir, casi instantáneamente, el desplome total de sus habilidades.

Después de todo, eso es algo que ha pasado con bastante frecuencia en la historia del boxeo mundial, incluso a algunas de las principales estrellas de este deporte.

Le pasó a Muhammad Ali cuando en 1980, a la edad de 38 años, salió de su breve descanso luego de haberse retirado como campeón pesado y apenas pudo tirar un  par de golpes al recibir la golpiza de su vida ante Larry Holmes, a quien le duró 10 dolorosos asaltos.

Y peor aún le fue cuando insistió en regresar una vez más, y terminó su carrera en 1981 sufriendo una derrota por decisión ante Trevor Berbick, un rival que probablemente no le hubiera aguantado cinco asaltos al ‘más grande’ pocos años antes.

Y también le pasó a Wilfredo Gómez cuando, demasiado gastado y descuidado a la edad de 30 años, perdió su cetro junior ligero al sufrir un aparatoso nocaut en 1986 ante el mediocre peleador panameño Alfredo Layne, un rival que probablemente no le hubiera durado tres asaltos al Bazooka en su mejor época.

En fin, aunque Hopkins siempre ha sido un adicto descontrolado a la condición física, la verdad es que había dado indicios de desgaste en su última pelea, cuando en octubre pasado retuvo su cetro semicompleto de la FIB en una deslucida victoria por decisión ante el alemán Karo Murat, un peleador extremadamente limitado que, sin embargo, a menudo le robó el ataque.

Fue una pelea, en fin, en la que El Verdugo exhibió algunos de los síntomas de los peleadores súbitamente envejecidos: una propensidad a botar los asaltos descansando y una preocupante falta de ofensiva: apenas tiraba un golpe y enseguida buscaba agarrarse.

La suerte, pues, parecía estar medio echada para su combate del pasado sábado en Washington, D.C., ante el kazajo Beibut Shumenov, reconocido como monarca de la AMB para las 175 libras.

No porque Shumenov fuera necesariamente un fuera de serie, aunque tampoco lo habían sido Berbick ni Alfredo Layne.

Pero aunque su récord era apenas de 14-1 con nueve nocauts, Shumenov era un peleador fuerte y agresivo que, naturalmente, contaba con una tonelada de experiencia en el aficionismo y, lo más importante, con sus 30 años de edad, muy bien podia haber sido el hijo del Verdugo.

Pero no fue así: Bernard dio una de sus mejores exhibiciones en buen tiempo, estremeció a Shumenov con  sólidos derechazos en varias ocasiones y hasta llegó a derribarlo en el undécimo episodio, en ruta hacia lo que debió ser una contundente victoria por decisión unánime si el juez panameño Gustavo Padilla, en otra votación increíble, no le hubiera dado la pelea 114-113 a su rival cuando los otros dos oficiales vieron ganar 116-111 al norteamericano.

“Mi hijo tiene un año de edad, es incapaz de decir una oración completa y se hace caca encima, pero aún así hubiese sido capaz de haber votado mejor que Gustavo Padilla”, escribió en un ‘tuit’  Kevin Iole, el cronista boxístico de Yahoo.com.

Pero en realidad no importa: Bernard, quien ya había hecho historia cuando se convirtió en el peleador más viejo en ganar una corona mundial cuando, a la edad de 48 años, destronó a Tavoris Cloud por el título semipesado de la FIB en marzo del año pasado, sumó ahora una hazaña más al convertirse en el más viejo en unificar coronas.

Y sigue apuntando hacia el horizonte más lejano.

¿De qué habló luego de su última victoria? Pues de convertirse en el campeón indisputado de las 175 libras en un enfrentamiento con Adonis Stevenson, el sólido monarca del CMB, y, luego, nada menos que de una posible pelea en 2015, en un peso intermedio de 160 libras, con Floyd Mayweather, Jr

Y habló con cierta lógica: Hopkins cumplirá los 50 el 15 de enero y el Pretty Boy ya con 37 años, mejorará su  marca a 46-0 si derrota al argentino Marcos Maidana el 3 de mayo.

“Después que yo me convierta en el campeón indisputado de los semipesados”, expresó Hopkins, “aun quedar?ía una pelea por hacerse y yo la llamaría 50-50”.

“Yo tendré 50 años y Floyd irá en busca de romper la marca de 49-0 de Rocky Marciano”, agregó. “El querrá llegar a los 50, y yo tendré 50 años: ¡Sería grandioso!”

Yo no me atrevería a apostarle en contra.

El autor formó parte de la redacción deportiva de El Nuevo Día de 1981 a 2008 y acaba de publicar su primer libro, San-Tito, sobre la carrera de Tito Trinidad.

(ceuyoyi@hotmail.com)

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