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Ostentación

Al rescate de la Esperanza, que Anda Realenga… y hay que Atraparla

J. Paul Getty y Aristóteles Onnassis eran millonarios. Marilyn Monroe era hermosa y famosa. Han habido deportistas cuya fortuna ha sido muy grande. Al indagar sobre el final de muchas de esas personas, el panorama es gris. La fama, el dinero, las posesiones materiales, no le proporcionaron la felicidad verdadera, porque las cosas no necesariamente traen consigo la felicidad.

No es malo tener cosas, carros, casas, yates, malo es el orden de prioridades en el diario vivir. Desde pequeño gustaba conversar con personas mayores. Recuerdo mis conversaciones con algunos de los zapateros que había en mi calle. Había 4 zapateros y 3 Ayudantes. Me sentaba en un banquito rústico que había en el pequño cuarto con olor a suela y tenía un palique con ellos, mientras observaba el trabajo de arreglo de zapatos. Eso me causaba satisfacción.

A pesar de ser tímido cuando niño, al vivir al lado de una Central Azucarera, tenía la osadía de subir a los Tachos, donde estaban las Calderas para ver la miel de purga y los turrones de azúcar. Nadie me regañó, era un lugar peligroso y caliente. Era el hijo de quien les pagaba, tal vez por eso.

P.D. Te espero en la esquina… o en la Cafetería. Cuídate!

Al ir al Cañaveral, siempre había quien me mondaba una caña 10/12 a la cual le dejaban un cabito sin mondar para tomarla por allí y chuparla. Pequeños placeres, que no costaban nada. Me trepaba al palo de quenepas en casa y tomaba del palo y chupaba las quenepas. Cogía mangoes acabados de caer y siempre tenía la boca sucia por los mangoes que disfrutaba. Muchos de los mangoes se los levaba a mi madre Victoria para que hiciera pasta de mango que luego vendía a peseta.

Nunca he sido ostentoso con las cosas que poseo, no obstante, a veces menciono mis logros, en aras de motivar a otros a buscar la Esperanza realenga la cual, a muchos se les escapa de las manos. Teniendo mucho, comparten poco, olvidan que quien da recibe. Hoy, en una Megatienda, agunos de los empleados me dijeron: “hacia tiempo que no lo veía, qué bueno verlo de nuevo”. Ese tipo de obsequio,  lo valoro.

 

En la mañana temprano caminaba casi un kilometro para buscar el purrón de leche que le tocaba a mi papá por ser Empleado Supervisor. Esperaba que enyuntaran la primera carreta de bueyes y cogía pon de regreso en la misma, colocaba el purrón a mi lado y mis piernas cogaban en la parte de atrás de la misma. “Oiso, Canelo,” decía el bueyero y usaba su garrocha para urgarlo y anduviera más rápido.

Se hervía la leche y la nata que producía se colectaba y se guardaba en la nevera hasta que hubiera suficiente  para preparar una sabrosa mantequilla de nata, un poquito de sal y moverla en círculos en el tazón. Una vez estuviera confeccionada, uno buscaba unas galletas Export Soda, de la lata verde y se la untaba. Mmm!, sabrosa al paladar.

Te repito, era un niño pobre, con riqueza de experiencias, los primeros 5 años de mi Vida en el Barrio Boca de Guayanilla, justo al lado de la Central San Francisco. Allí yo ayudaba mi papá a repartir los sobres de Pago por una pequeña ventanilla. Algunos de los Obreros, (gente buena) me soltabam una peseta de obsequio.

A los 5 años fue que nos mudamos a Yauco, pero en los Veranos y en Navidad era el regreso a la tierra de aquel inolvidable barrio Boca de Guayanilla. Era una alegría incomparable.

Prof. José Antonio Giovannetti Román  787 633 8818  787 856 1610

 

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